Page 388 - El nuevo zar
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la lectura, la educación y los lazos unificadores de la lengua en el ruski mir, el
«mundo ruso», que incluía a aquellos que, como con frecuencia indicaba
Putin, se encontraron abandonados fuera de las fronteras de Rusia cuando la
Unión Soviética colapsó.[20] Putin se ocupó del tema más explícitamente tras
la humillación de la Revolución Naranja en Ucrania y creó una organización
gubernamental, Ruski Mir Foundation [Fundación Mundo Ruso], para luchar
por los derechos de los emigrantes y mantenerlos, al menos culturalmente, en
el abrazo de la madre patria. Sin embargo, la influencia de Liudmila sobre las
políticas de su marido era intrascendente, incluso en privado. «Ella nunca se
metía en la política de Putin», dijo Rolduguin, y Putin nunca le pidió que lo
hiciera. Rara vez se los vio afectuosos o siquiera cordiales en público. Sus
apariciones juntos lindaban lo incómodo y se habían vuelto cada vez menos
frecuentes hacia el segundo mandato de Putin. En el ámbito privado, vivían
juntos, cenaban juntos con sus hijas cuando todavía estaban en casa y rara vez
discutían abiertamente, de acuerdo con Rolduguin, pero dejaron de tener
intimidad.
Desde luego, el control del Kremlin sobre los medios aseguró que incluso
el más benigno escrutinio de su vida privada fuera tabú. En eso no era
diferente de la mayoría de los anteriores líderes rusos y soviéticos, que eran
retratados tradicionalmente como figuras preeminentes y, por lo tanto,
remotas. Era el padre de la nación tanto como el padre de su propia familia,
una imagen que el Kremlin construía incansablemente. Una película que
apareció en febrero fue vista como un nuevo intento por retratar a Putin como
un marido devoto en un tiempo en que los rumores en contrario comenzaban a
ser persistentes. Su título, Potselui ne dlia presi [Un beso extraoficial],
provenía de una escena en la que un político influyente muy parecido a Putin
besa a una mujer muy parecida a Liudmila ante una falange de fotógrafos y
les advierte juguetonamente a los periodistas no publicar el encuentro. La
productora y directora, Olga Yulina, insistió en que la película era una ficción,
pero los detalles provenían directamente de la vida de Putin: su servicio en el
KGB en Dresde, el accidente automovilístico de Liudmila, su inesperado
ascenso al poder. El héroe de la película incluso se llamaba Plátov, el nombre
en código de sus días en la academia del KGB, una alusión cómplice a la
fuente última de inspiración del proyecto. Se distanciaba de la vida de Putin
solo al describir el rol de Liudmila: en el punto culminante del drama, ella
cubre a Plátov cuando él llega tarde a una conferencia de prensa en el