Page 398 - El nuevo zar
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LA REGENCIA
En la noche del 7 de agosto de 2008, Dmitri Medvédev, el tercer presidente de
Rusia, navegaba en un velero por el río Volga con su esposa, Svetlana, y su
hijo, Iliá, por entonces adolescente. Eran unas vacaciones de trabajo en el
lánguido mes de vacaciones. Medvédev había pasado el día en la antigua
ciudad de Kazán, la capital de Tartaristán, una región conquistada por Iván el
Terrible en el siglo XVI. Allí repasó los preparativos para la Universiade, la
competencia deportiva universitaria internacional bienal, que se realizaría en
Kazán en el verano de 2013, a modo de ensayo para recibir los Juegos
Olímpicos de Invierno en Sochi ocho meses después. El día anterior había
viajado por una región vecina, Chuvasia, donde discutió sobre los planes para
crear una red moderna de bibliotecas. La mañana anterior había asistido al
funeral del disidente soviético Aleksandr Solyenitsin, que había muerto en
Moscú el 3 de agosto, rehabilitado por completo en la cultura postsoviética
como un condecorado admirador de Vladímir Putin.[1]
Medvédev ya era presidente desde hacía tres meses, pero parecía seguir
siendo el discreto primer vice primer ministro y no el comandante en jefe de
un renaciente Estado con armas nucleares. Su elección en marzo no se había
puesto más en duda que la de Putin cuatro años antes, aunque no tenía base
política propia, ninguna plataforma en particular ni mandato de una población
hambrienta de cambio. Por el contrario, toda la presidencia de Medvédev se
basaba en la premisa de que la gente no quería un cambio, sino estabilidad. Si
los votantes hubieran tenido opción, casi con seguridad hubieran elegido a
Putin otra vez, pero habían aceptado al heredero escogido por Putin porque