Page 402 - El nuevo zar
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confrontaciones sin fin con Putin que habían seguido a la Revolución de las
               Rosas, incluido un embargo comercial en 2006, impulsado por el arresto de
               cuatro  agentes  de  inteligencia  rusos.  Saakashvili  había  propuesto  acuerdos
               políticos  para  las  dos  regiones,  a  lo  que  Medvédev  pareció  dispuesto  al

               principio,  pero,  cuando  se  reunieron  en  Kazajistán  en  julio,  Saakashvili
               percibió que Medvédev ya no estaba interesado en discutirlo, como si hubiera

               sido  refrenado  por  otros  poderes  en  Moscú,  es  decir,  por  Putin.[6]  Parecía
               inevitable  un  conflicto,  y  los  rusos  se  habían  preparado  concienzudamente
               para ello, aunque sospechaban que empezaría en Abjasia, no en Osetia del
               Sur. Los militares ya habían trazado planes para una intervención; Putin diría

               luego  que  los  planes  habían  estado  listos  ya  desde  finales  de  2006.  En  el
               verano, siguiendo las órdenes de Medvédev, los comandantes reunieron a las

               fuerzas para un gran simulacro de entrenamiento en el Cáucaso Norte, a una
               distancia perfecta para el ataque tanto de Abjasia como de Osetia del Sur, un
               amago  que  se  convertiría  en  la  marca  distintiva  de  futuras  operaciones

               militares en Rusia.

                    Sin embargo, esa noche Medvédev se sorprendió y se mostró escéptico
               respecto  del  informe  urgente  que  interrumpía  su  navegación  por  el  río.
               «Deberíamos verificarlo», le dijo a Serdiukov por teléfono. Pensó: «¿Acaso

               Saakashvili  está  completamente  loco?  ¿Quizás  es  solo  un  acto  de
               provocación? ¿Quizás está estresado y por eso pone a prueba a los osetianos y

               trata  de  enviarnos  algún  tipo  de  mensaje?».  Le  pidió  al  ministro  que  lo
               llamara más tarde.

                    Putin ya había salido de Moscú rumbo a Pekín, donde él, y no el jefe de

               Estado, tenía programado asistir al día siguiente a la ceremonia de apertura de
               los  Juegos  Olímpicos  de  Verano  con  decenas  de  otros  líderes,  incluido  el
               presidente Bush. Serdiukov volvió a llamar a Medvédev una hora más tarde
               para decirle  que  los  informes  eran  veraces.  Georgia  había  comenzado  una

               descarga de fuego en la capital de Osetia del Sur, Tsjinvali. «De acuerdo —
               dijo Medvédev—. Voy a aguardar una nueva información.»

                    Adujo que no podía comunicarse con Putin en Pekín a través de una línea

               telefónica  segura.  El  hecho  de  que  necesitara  llamarlo  mostrarba  que  no
               estaba  seguro  de  comprometer  fuerzas  rusas  en  una  batalla  fuera  de  las
               fronteras del país por primera vez desde el colapso de la Unión Soviética. Su

               indecisión  más  tarde  lo  obsesionaría.  Finalmente,  Serdiukov  lo  llamó  una
               tercera vez. Un misl había chocado contra una carpa llena de fuerzas rusas de
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