Page 404 - El nuevo zar
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contraofensiva. «Vamos a estar de su lado», le dijo, refiriéndose a los
georgianos.
Lo que el presidente Bush no entendía era hasta qué punto los rusos
culpaban a su Administración por el conflicto. Aunque no había sido él quien
le diera luz verde al plan de Saakashvili para tomar Osetia del Sur, como
sospechaban los rusos, Bush había apoyado a Saakashvili con entrenamiento
militar y la promesa de convertirse en Estado miembro de la OTAN en la
cumbre de Bucarest en abril, a pesar de las advertencias personales de Putin a
Bush acerca de que dicha invitación constituiría una provocación para Rusia.
Saakashvili no entendía que, pese a todo el esfuerzo que había realizado para
ganarse a los estadounidenses, con elogios a Bush y el envío de tropas a Irak,
ni Estados Unidos ni la OTAN estaban preparados para salir en su ayuda en
una guerra contra Rusia. Ese error de cálculo tuvo un coste muy elevado para
Georgia.
En su conversación con Bush, Medvédev comparó a Saakashvili con
Sadam Huseín y le dijo a Bush que los georgianos ya habían matado a mil
quinientas personas, una exageración flagrante.[12] Estaba claro ahora que
Rusia no tenía intención de replegarse. Bush finalmente confrontó a Putin en
Pekín, en el estadio Nido del Pájaro, mientras esperaban la apertura de la
ceremonia de los Juegos Olímpicos esa noche. Se sentaron en la misma fila de
asientos vip, y Bush les pidió a su esposa y al rey de Tailandia que se sentaran
un poco más allá en la fila y dejaran un espacio junto a él para Putin a fin de
darle una advertencia. Con un intérprete que se inclinaba con torpeza hacia él,
Putin se levantó de su asiento, cerniéndose por un momento sobre Bush hasta
que este, más alto, pudo erguirse del todo y le dijo que Saakashvili era un
criminal de guerra.
—Te advertí que Saakashvili tenía la sangre caliente —dijo Bush.
—También yo tengo la sangre caliente —replicó Putin.
Bush luego escribió que se quedó mirando al hombre con quien se había
reunido más veces que con ningún otro líder mundial excepto Tony Blair.
Había esperado forjar una nueva relación con Rusia, una relación que pudiese
trascender las sospechas mutuas de la Guerra Fría y, al cabo, se daba cuenta
de que había juzgado equivocadamente al hombre cuando se conocieron en
Eslovenia en 2001. «No, Vladímir, tú tienes la sangre fría», le dijo.[13]