Page 83 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
P. 83
dirección contraria hacia mí. Tengo grabados en mi retina los faros del coche
a pocos metros de distancia; pegué un volantazo y lo esquivé. Me latía el
corazón a mil, me temblaba el cuerpo. Me paré en el arcén a pocos metros y
me eché a llorar. De repente escuché un golpe seco, terrible. Miré hacia atrás
pero no alcanzaba a ver nada.
Llegué a mi casa aterrorizada y desperté a mis padres. No podía dejar de
llorar. Rezaba agradeciendo a Dios estar viva, pero no conseguía relajarme.
Puse la radio para ver si se me pasaba esa sensación de pánico que seguía
reinando en mi mente. Al cabo de unos minutos escuché: «Accidente en la
carretera de Colmenar. Kamikaze colisiona contra dos coches. Hay cuatro
fallecidos». Esa noche me marcó profundamente.
No dormí ni un instante. Al día siguiente por la mañana, mi examen fue
un auténtico desastre. Durante la tarde me dediqué a visitar amigos y
familiares. Estaba consternada. Incluso semanas después si escuchaba un
frenazo en la calle o un sonido de motor más alto de lo normal, todo mi
cuerpo volvía a resentirse, con taquicardias, temblores y angustia. Tardé
varios meses en superarlo. Todas las semanas recorría exactamente el
mismo trayecto: no quería bloquearme y no ser capaz de volver a
enfrentarme al coche, o evitar ciertas vías. Hoy en día este suceso está
completamente superado, pero este hecho me ayudó mucho a entender los
bloqueos por miedo o ansiedad.
Otra escena para ejemplificar este circuito.
EL CASO DE BLANCA
Blanca fue una noche a recoger su coche a un aparcamiento subterráneo.
Solía ir en autobús, pero ese día había tenido que hacer varios recados
antes de entrar a trabajar y dejó el automóvil en un parquin cercano. Al
llegar, observó que estaba poco iluminado, vacío, sin seguridad ni control.
Llegaba muy cansada, había tenido un día difícil, con varios conflictos, y se
encontraba exhausta y sin fuerzas.
Acudió apresuradamente a la caja automática para pagar, cuando escuchó
un ruido. Un tipo «con mala pinta» se le acercó. Recordó entonces una
escena acontecida años atrás, cuando trabajaba en Brasil y le robaron
durante la noche. El corazón le latió con fuerza, comenzó a sudar, su mente
no conseguía pensar con claridad. Querría estar en el coche. No había nadie
más cerca y la angustia la acechaba.
83