Page 88 - Cómo hacer que te pasen cosas buenas: Entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida (Spanish Edition)
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En  esos  instantes  de  descontrol  uno  reacciona  mal  y  dice  cosas  que  no  piensa
              realmente.  La  inmensa  mayoría  de  las  personas  se  arrepiente  de  sus  reacciones  y
              comentarios  tras  esos  sucesos.  Ten  la  humildad  necesaria  para  disculparte,  e  intentar
              solventar  el  posible  daño  causado.  Perdónate  a  ti  mismo,  porque  quizá  percibas  esa
              reacción como otro fracaso y no es bueno enrocarse en la sensación de culpa. Supéralo.
              Proponte conseguirlo la vez siguiente y busca herramientas para ello.



                                                   EL CASO DE GUSTAVO


                 Gustavo acude a mi consulta porque hace dos días, cuando volvía de una
                 reunión en Londres, justo después de subirse al avión de vuelta a España,
                 empezó a notar opresión en el pecho y falta de aire, junto a una sensación
                 de  pérdida  de  control  sobre  sí  mismo.  Intentó  llevar  a  cabo  técnicas  de
                 relajación dentro del avión, al tiempo que una azafata le ofrecía una tila y
                 trataba de tranquilizarle.
                    Permanecer en el avión le resultaba insoportable y sentía la urgencia de
                 salir de allí a toda costa. Pese a todo, aguantó a duras penas las dos horas
                 de  vuelo  y  tras  aterrizar,  mareado  y  angustiado,  acudió  a  los  servicios  de
                 urgencia,  donde  le  explicaron  que  había  sufrido  un  ataque  de  ansiedad  y
                 que debería acudir a un psiquiatra y tomar medicación.
                    Ya  en  mi  consulta,  me  cuenta  que  ignora  lo  que  le  ha  podido  pasar.
                 Reconoce que efectivamente tiene estrés, pero que lo sucedido en el avión
                 no le había pasado nunca, y lo describe como el peor momento de su vida.
                 Me  cuenta  también  que  lleva  un  año  viajando  casi  todos  los  días  de  la
                 semana por motivos laborales. Apenas puede ver a su pareja entre viajes y
                 reuniones. Duerme poco debido al jet lag y todo ello le lleva a estar cada día
                 más nervioso e irritable. Gustavo pone el foco en lo sucedido en el avión, no
                 quiere  que  le  vuelva  a  pasar.  Yo  le  explico  que  está  sometido  a  un  estrés
                 excesivo, que el estar constantemente alerta ha derivado en una alteración
                 de su sistema de supervivencia, que ha disparado los niveles de cortisol en
                 su organismo para ayudarle a superar las situaciones tan exigentes a las que
                 se enfrenta en su día a día.
                    Gustavo describe un nerviosismo constante y que empieza a tener fallos
                 de memoria. Ocasionalmente nota un adormecimiento en los dedos y en las
                 manos, taquicardias y falta de aire en los pulmones. Le explico que está en
                 un momento de crisis, que sufrió un ataque de pánico en el avión y que su
                 cerebro  se  encuentra  vulnerable,  por  lo  que  podría  volver  a  experimentar
                 otro ataque si continúa actuando de la misma manera. Insisto en que tiene
                 que aprender a bajar su frenético nivel de actividad, y que un primer paso
                 para  ello  es  recuperar  la  capacidad  reparadora  del  sueño.  Tiene  que
                 conseguir desconectar su cerebro de esa actividad desenfrenada, porque se




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