Page 163 - MARX DOSCIENTOS AÑOS DESPUÉS (2018)
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Marx: doscientos años después (1818-2018)

            la construcción social de un mundo enteramente posible, no
            necesario. En ese sentido, la humanidad no se rige por leyes
            naturales,  ni  muchos  menos  espirituales.  Si  el  trabajo
            introduce  un  mundo  dentro  de  este  mundo,  es  porque  la
            humanidad es creadora, siguiéndose de aquí que la historia
            no responde a las leyes, sino a posibles, a tendencias.

            Tal  aclaración  deja  sin  fundamentos  la  tesis  historicista,
            acusación    que    sí   podría   hacerse   de   Hegel,    y
            desafortunadamente, del marxismo vulgar. Así, la posibilidad
            de  una  superación  del  capitalismo  dependerá  de  la  libertad
            humana y no de la síntesis de las contradicciones económicas
            propias  del  capitalismo.  O,  dicho  de  otra  forma,  el
            capitalismo  no  engendra  el  futuro  modelo  económico  en  sí
            mismo,  siendo  posible  que  empeore  hasta  que  se  acabe  la
            humanidad. De no ser así, no cabría esperar la acción política,
            bastaría con sentarse a esperar a que se den naturalmente las
            condiciones históricas para el cambio.


            Revolución

            Se desprende de lo anterior, que los cambios en los modos de
            producción  de  la  vida  dependen  enteramente  de  decisiones
            humanas  materialmente  posibles.  Las  revoluciones  suponen
            cambios  estructurales  irreversibles  siempre  y  cuando  se
            manifiesten las contradicciones sociales que hacen inmorales
            las relaciones entre los hombres, lo cual implica un criterio
            que permita juzgar como inmoral el orden social y contar con
            condiciones  de  factibilidad  para  revolucionar  el  mundo
            vigente. El criterio es la dignidad de la persona concreta, la
            de carne  y hueso. En tanto haya por lo menos una persona
            que, por condiciones sociales, se vea privada de lo necesario
            para vivir o viva precariamente; el modo de producción de la
            vida  en  la  que  es  posible  tal  exclusión  es  injusto  y  debe
            revolucionarse.



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