Page 49 - MARX DOSCIENTOS AÑOS DESPUÉS (2018)
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Marx: doscientos años después (1818-2018)
Era un padre amoroso, bondadoso e indulgente. "Los hijos
deben educar a sus padres" —decía. Nunca hubo la menor
señal del padre autoritario en sus relaciones con sus hijas,
cuyo amor hacia él era extraordinario". Nunca les daba una
orden, sino que les pedía que hicieran lo que él quería como
un favor o les hacía sentir que no debían hacer lo que
deseaba prohibirles. Y, no obstante, difícilmente un padre
habría podido tener hijos más dóciles que los suyos. Sus
hijas lo consideraban un amigo y lo trataban como un
compañero; no lo llamaban "padre" sino "Mohr" —un apodo
que debía a su tez morena y su cabello y sus barbas negros
como el azabache. Los miembros de la Liga Comunista, por
su parte, lo llamaban "el padre Marx" antes de 1848, cuando
no tenía siquiera treinta años. (Lafargue, 2002, p. 245)
En Jenny se encarnó la paciencia, la comprensión y la
solidaridad franca con el otro que ya dejaba de ser ese otro,
pues ya era Karl, otros. Es decir, Karl tenía un empeño por su
trabajo para con el sector obrero que su esposa compartió.
Aunque podemos pensar, que no siempre era así, de todos
modos, debió existir momento de crisis a causa de esa
extensión de Karl a los demás. “No es una exageración decir
que Karl Marx no habría sido jamás lo que fue sin Jenny von
Westphalen. Jamás las vidas de dos seres —ambos
notables— se identificaron tanto, fueron tan complementarias
una de otra”, consignaba su hija Eleonor (E. Marx, 2002, p.
264).
No hay evidencia de algún tipo de reproche a Jenny a la
misión científica de su esposo. Ella supo siempre que, “para
algunas generaciones de trabajadores, Marx llegó a
simbolizar la esperanza de una vida digna para la
Humanidad, una vida sin miedo y sin pobreza”, afirma
Cardona Castro (2002, p. 97).
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