Page 363 - El Señor de los Anillos
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material tan resistente que nunca encontré nada parecido. Si yo lo hubiera sabido
      antes, ¡habría hablado con más prudencia en la taberna de Bree! ¡Ese lanzazo
      hubiese podido atravesar a un jabalí de parte a parte!
        —Bueno, no estoy atravesado de parte a parte, me complace decirlo —dijo
      Frodo—, aunque siento como si hubiese estado entre un martillo y un yunque.
        No dijo más. Le costaba respirar.
        —Te pareces a Bilbo —dijo Gandalf—. Hay en ti más de lo que se advierte a
      simple vista, como dije de él hace tiempo.
        Frodo se quedó pensando si esta observación no tendría algún otro significado.
      Prosiguieron  la  marcha.  Al  rato  Gimli  habló.  Tenía  una  vista  penetrante  en  la
      oscuridad.
        —Creo —dijo— que hay una luz delante. Pero no es la luz del día. Es roja.
      ¿Qué puede ser?
        —Ghash! —murmuró Gandalf—. Me pregunto si era eso a lo que se referían,
      que los niveles inferiores están en llamas. Sin embargo, no podemos hacer otra
      cosa que continuar.
        Pronto  la  luz  fue  inconfundible  y  todos  pudieron  verla.  Vacilaba  y
      reverberaba  en  las  paredes  del  pasadizo.  Ahora  podían  ver  por  dónde  iban:
      descendían una pendiente rápida y un poco más adelante había un arco bajo; de
      allí venía la claridad creciente. El aire era casi sofocante.
        Cuando llegaron al arco, Gandalf se adelantó indicándoles que se detuvieran.
      Fue hasta poco más allá de la abertura y los otros vieron que un resplandor le
      encendía la cara. El mago dio un paso atrás.
        —Esto es alguna nueva diablura —dijo Gandalf— preparada sin duda para
      darnos  la  bienvenida.  Pero  sé  dónde  estamos:  hemos  llegado  al  Primer  nivel,
      inmediatamente  debajo  de  las  puertas.  Esta  es  la  Segunda  Sala  de  la  Antigua
      Moria y las puertas están cerca: más allá del extremo este, a la izquierda, a un
      cuarto de milla. Hay que cruzar el puente, subir por una ancha escalinata, luego
      un pasaje ancho que atraviesa la Primera Sala, ¡y fuera! ¡Pero venid y mirad!
        Espiaron y vieron otra sala cavernosa. Era más ancha y mucho más larga
      que  aquella  en  que  habían  dormido.  Estaban  cerca  de  la  pared  del  este;  se
      prolongaba hacia el oeste perdiéndose en la oscuridad. Todo a lo largo del centro
      se  alzaba  una  doble  fila  de  pilares  majestuosos.  Habían  sido  tallados  como
      grandes troncos de árboles y una intrincada tracería de piedra imitaba las ramas
      que parecían sostener el cielo raso. Los tallos eran lisos y negros, pero reflejaban
      oscuramente a los lados un resplandor rojizo. Justo ante ellos, a los pies de dos
      enormes pilares, se había abierto una gran fisura. De allí venía una ardiente luz
      roja y de vez en cuando las llamas lamían los bordes y abrazaban la base de las
      columnas. Unas cintas de humo negro flotaban en el aire cálido.
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