Page 362 - El Señor de los Anillos
P. 362

estaban bajando, o habían puesto un pie en el vacío. Gandalf tanteaba el suelo
      con la vara, como un ciego.
        Al  cabo  de  una  hora  habían  avanzado  una  milla,  o  quizás  un  poco  más,  y
      habían descendido muchos tramos de escalera. No se oía aún ningún sonido de
      persecución. Hasta empezaban a creer que quizás escaparían. Al pie del séptimo
      tramo, Gandalf se detuvo.
        —¡Está haciendo calor! —jadeó—. Ya tendríamos que estar por lo menos al
      nivel de las puertas. Pronto habrá que buscar un túnel a la izquierda, que nos lleve
      al este. Espero que no esté lejos. Me siento muy fatigado. Tengo que descansar
      aquí unos instantes, aunque todos los orcos que alguna vez han sido caigan ahora
      sobre nosotros.
        Gimli lo ayudó a sentarse en el escalón.
        —¿Qué pasó allá arriba en la puerta? —preguntó—. ¿Descubriste al que toca
      el tambor?
        —No lo sé —respondió Gandalf—. Pero de pronto me encontré enfrentado a
      algo que yo no conocía. No supe qué hacer, excepto recurrir a algún conjuro que
      mantuviera  cerrada  la  puerta.  Conozco  muchos,  pero  estas  cosas  requieren
      tiempo y aun así el enemigo podría forzar la entrada.
        » Mientras  estaba  ahí  oí  voces  de  orcos  que  venían  del  otro  lado,  pero  en
      ningún momento se me ocurrió que podían echar abajo la puerta. No alcanzaba a
      oír  lo  que  se  decía;  parecían  estar  hablando  en  ese  horrible  lenguaje  de  ellos.
      Todo lo que entendí fue ghash, fuego. En seguida algo, entró en la cámara; pude
      sentirlo  a  través  de  la  puerta  y  los  mismos  orcos  se  asustaron  y  callaron.  El
      recién llegado tocó el anillo de hierro y en ese momento advirtió mi presencia y
      mi conjuro.
        » Qué era eso, no puedo imaginarlo, pero nunca me había encontrado con
      nada semejante. El contraconjuro fue terrible. Casi me hace pedazos. Durante un
      instante  perdí  el  dominio  de  la  puerta,  ¡que  comenzó  a  abrirse!  Tuve  que
      pronunciar un mandato. El esfuerzo resultó ser excesivo. La puerta estalló. Algo
      oscuro como una nube estaba ocultando toda la luz, y fui arrojado hacia atrás
      escaleras  abajo.  La  pared  entera  cedió  y  también  el  techo  de  la  cámara,  me
      parece.
        » Temo que Balin esté sepultado muy profundamente y quizá también alguna
      otra cosa. No puedo decirlo. Pero por lo menos el pasaje que quedó a nuestras
      espaldas está completamente bloqueado. ¡Ah! Nunca me he sentido tan agotado,
      pero ya pasa. ¿Y qué me dices de ti, Frodo? No hubo tiempo de decírtelo, pero
      nunca en mi vida tuve una alegría mayor que cuando tú hablaste. Temí que fuera
      un hobbit valiente pero muerto lo que Aragorn llevaba en brazos.
        —¿Qué digo de mí? —preguntó Frodo—. Estoy vivo y entero, creo. Me siento
      lastimado y dolorido, pero no es grave.
        —Bueno  —dijo  Aragorn—,  sólo  puedo  decir  que  los  hobbits  son  de  un
   357   358   359   360   361   362   363   364   365   366   367