Page 133 - El Hobbit
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—Y  no  tienes  por  qué  intentarlo  —dijo  Thorin—.  En  verdad,  si  no  puedes
      hablar de otra cosa, mejor te callas. Ya estamos bastante molestos contigo por lo
      que pasó. Si no hubieras despertado, te habríamos dejado en el bosque con tus
      sueños idiotas; no es ninguna broma andar cargando contigo ni aún después de
      semanas de escasez.
        No podían hacer otra cosa que apretarse los cinturones sobre los estómagos
      vacíos, cargar con los sacos y mochilas también vacíos, y marchar sin descanso
      camino adelante, sin muchas esperanzas de llegar al final antes de caer y morir
      de  inanición.  Esto  fue  lo  que  hicieron  todo  ese  día,  avanzando  cansada  y
      lentamente,  mientras  Bombur  seguía  quejándose  de  que  las  piernas  no  podían
      sostenerlo y que quería echarse y dormir.
        —No, no lo harás —decían—. Que tus piernas cumplan la parte que les toca;
      nosotros ya te hemos cargado bastante tiempo.
        A pesar de todo, Bombur se negó de pronto a dar un paso más y se dejó caer
      en el suelo. —Seguid si es vuestro deber —dijo—, yo me echaré aquí a dormir y
      a soñar con comida, ya que no puedo tenerla de otro modo. Espero no despertar
      nunca más.
        En ese momento, Balin, que iba un poco más adelante, gritó: —¿Qué es eso?
      Creí ver un destello de luz entre los árboles.
        Todos miraron, y parecía que allá a lo lejos se veía un parpadeo rojizo en la
      oscuridad, y después otro y otro a un lado. Hasta Bombur mismo se puso de pie,
      y luego todos caminaron de prisa, sin detenerse a pensar si las luces serían de
      ogros o de trasgos. La luz brillaba delante de ellos y a la izquierda, y al fin fue
      evidente que unas antorchas y hogueras ardían bajo los árboles, pero a buena
      distancia del sendero.
        —Parece como si mis sueños se hiciesen realidad —dijo Bombur desde atrás
      con voz entrecortada, y quiso correr directamente bosque adentro hacia las luces.
      Pero los otros recordaban demasiado bien las advertencias de Beorn y el mago.
        —Un banquete no servirá de nada si no salimos vivos —dijo Thorin.
        —Pero  de  cualquier  modo,  sin  un  banquete  no  seguiremos  vivos  mucho
      tiempo —dijo Bombur, y Bilbo asintió de todo corazón.
        Lo  discutieron  largo  rato  del  derecho  y  del  revés,  hasta  que  por  fin
      convinieron en mandar un par de espías, para que se acercaran arrastrándose a
      las  luces  y  averiguaran  más  sobre  ellas.  Pero  luego,  cuando  se  preguntaron  a
      quién enviarían, no pudieron ponerse de acuerdo: nadie parecía tener ganas de
      extraviarse y no volver a encontrar a sus amigos. Por último, y a pesar de las
      advertencias,  el  hambre  terminó  por  decidirlos,  ya  que  Bombur  continuó
      describiendo todas las buenas cosas que se estaban comiendo en el banquete del
      bosque, de acuerdo con lo que él había soñado, de modo que dejaron la senda y
      juntos se precipitaron bosque adentro.
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