Page 157 - El Hobbit
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otros. ¡Haced lo que digo!
—¡Está bien, está bien! —le respondieron haciendo rodar, los barriles hasta la
abertura—. ¡Tú serás el responsable si las cubas de mantequilla del rey y el vino
mejor son empujados al río para que los hombres del lago se regalen gratis!
¡Rueda-rueda-rueda-rueda,
rueda-rueda-rueda bajando a la cueva!
¡Levantad, arriba, que caigan a plomo!
Allá abajo van, chocando en el fondo.
Así cantaban, mientras primero uno, y luego otro, los barriles bajaban
retumbando a la oscura abertura y eran empujados hacia las aguas frías que
corrían unos pies más abajo. Algunos eran barriles realmente vacíos; algunos
eran cubas bien cerradas con un enano dentro; todos cayeron, uno tras otro,
golpeando y entrechocándose, precipitándose en el agua, sacudiéndose contra las
paredes del túnel, y flotando lejos corriente abajo.
Fue entonces precisamente cuando Bilbo descubrió de pronto el punto débil
del plan. Seguro que ya os disteis cuenta hace tiempo, y os habéis reído de él;
pero no creo que hubierais conseguido ni la mitad de lo que él consiguió. ¡Por
supuesto, él no estaba en ningún barril, ni había nadie allí para empacarlo, aún si
se hubiera presentado la oportunidad! Parecía como si esta vez fuese a perder de
veras a sus amigos (ya habían desaparecido casi todos a través de la escotilla
oscura), que lo dejarían atrás para siempre, de modo que él tendría que quedarse
allí escondido, como un saqueador sempiterno de las cuevas de los elfos. Pues
aún si hubiera podido escapar enseguida por los portones superiores, no tenía
muchas posibilidades de reencontrarse con los enanos. No sabía cómo llegar al
sitio donde recogían los barriles. Se preguntó qué demonios les ocurriría sin él;
pues no había tenido tiempo de contar a los enanos todo lo que había averiguado,
o lo que se había propuesto hacer, una vez fuera del bosque.
Mientras todos estos pensamientos le cruzaban por la mente, los elfos, que
parecían ahora muy animados, comenzaron a entonar una canción junto a la
puerta del río. Algunos habían ido ya a tirar de las cuerdas que alzaban la
compuerta para dejar salir los barriles tan pronto como todos flotaran abajo.
¡Bajas la rápida corriente oscura
de vuelta a tierras que antaño conociste!
Deja las salas y cavernas profundas,
las escarpadas montañas del norte,
en donde el bosque tenebroso y ancho
en sombras grises y hoscas se inclina.
Más allá de este mundo de árboles
flota saliendo hacia la brisa,
más allá de las cañadas y los juncos,