Page 58 - El Hobbit
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La  grieta  se  cerró  de  golpe  ¡y  Bilbo  y  los  enanos  estaban  en  el  lado
      equivocado! ¿Dónde se encontraba Gandalf? De eso ni ellos ni los trasgos tenían
      la menor idea, y los trasgos no esperaron a averiguarlo. Tomaron a Bilbo y a los
      enanos,  y  los  hicieron  andar  a  toda  prisa.  El  sitio  era  profundo,  profundo  y
      oscuro, tanto que sólo los trasgos que habían tenido la ocurrencia de vivir en el
      corazón  de  las  montañas  podían  distinguir  algo.  Los  pasadizos  se  cruzaban  y
      confundían  en  todas  direcciones,  pero  los  trasgos  conocían  el  camino  tan  bien
      como vosotros el de la oficina de correo más próxima; y el camino descendía y
      descendía y la atmósfera era cada vez más enrarecida y horrorosa. Los trasgos
      eran muy brutos, pellizcaban sin compasión, y reían entre dientes o a carcajadas,
      con voces horribles y pétreas; y Bilbo se sentía más desgraciado aún que cuando
      el troll lo había levantado tirándole de los dedos de los pies. Una y otra vez se
      encontraba añorando el agradable y reluciente agujero-hobbit. No sería ésta la
      última ocasión.
        De  pronto  apareció  ante  ellos  el  resplandor  de  una  luz  roja.  Los  trasgos
      empezaron  a  cantar,  a  croar,  golpeteando  los  pies  planos  sobre  la  piedra,  y
      sacudiendo también a los prisioneros.
        ¡Azota! ¡Volea! ¡La negra abertura!
        ¡Atrapa, arrebata! ¡Pellizca, apañusca!
        ¡Bajando, bajando, al pueblo de trasgos,
        vas tú, muchacho!
        ¡Embiste, golpea! ¡Estruja, revienta!
        ¡Martillo y tenaza! ¡Batintín y maza!
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