Page 70 - El Hobbit
P. 70
alegres criaturas, sentadas en sus agujeros, hacía muchos, muchos años, antes de
quedarse sin amigos y de que lo echasen, solo, y se arrastrara descendiendo y
descendiendo, a la oscuridad bajo las montañas.
—Muy bien —dijo Bilbo, muy dispuesto a mostrarse de acuerdo hasta
descubrir algo más acerca de la criatura: si había venido sola, si estaba furiosa o
hambrienta, y si era amiga de los trasgos—. Tú preguntas primero —dijo, pues
no había tenido tiempo de pensar en un acertijo.
Así que Gollum siseó:
Las raíces no se ven,
y es más alta que un árbol.
Arriba y arriba sube,
y sin embargo no crece.
—¡Fácil! —dijo Bilbo—. Una montaña, supongo.
—¿Lo adivinó fácilmente? ¡Tendría que competir con nosotros, preciosso
mío! Si preciosso pregunta y él no responde, nos lo comemos, preciosso. Si él
pregunta y no contestamos, haremos lo que él quiera, ¿eh? ¡Le enseñaremos el
camino de la salida, sí!
—De acuerdo —dijo Bilbo, no atreviéndose a discrepar y con el cerebro casi
estallándole mientras pensaba en un acertijo que pudiese salvarlo de la olla.
Treinta caballos blancos
en una sierra colorada.
Primero mordisquean,
y luego machacan,
y luego descansan.
Eso era todo lo que se le ocurría preguntar; la idea de comer le daba vueltas
en la cabeza. Era además un acertijo bastante viejo, y Gollum conocía la
respuesta tan bien como vosotros.
—Chiste viejo, chiste viejo —susurró—. ¡Los dientes, los dientes, preciosso
mío! ¡Pero sólo tenemos seis!, preciosso.
Y enseguida propuso una segunda adivinanza.
Canta sin voz,
vuela sin alas,
sin dientes muerde,
sin boca habla.
—¡Un momento! —gritó Bilbo, incómodo, pensando aún en cosas que se
comían. Por fortuna una vez había oído algo semejante, y recobrando el ingenio,
pensó en la respuesta—. El viento, el viento, naturalmente —dijo, y quedó tan
complacido que inventó en el acto otro acertijo. « Esto confundirá a esta