Page 71 - El Hobbit
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asquerosa criaturita subterránea» , pensó.
Un ojo en la cara azul
vio un ojo en la cara verde.
«Ese ojo es como este ojo»,
dijo el ojo primero,
«pero en lugares bajos,
y no en lugares altos.»
—Ss, ss, ss —dijo Gollum; había estado bajo tierra mucho tiempo, y estaba
olvidando esa clase de cosas, pero cuando Bilbo ya esperaba que el desdichado
no podría responder, Gollum sacó a relucir recuerdos de tiempos y tiempos y
tiempos atrás, cuando vivía con su abuela en un agujero a orillas de un río—. Ss,
ss, ss, preciosso mío —dijo—. Quiere decir el sol sobre las margaritas, eso quiere
decir.
Pero estos acertijos sobre las cosas cotidianas al aire libre lo fatigaban. Le
recordaban también los días en que aún no era una criatura tan solitaria y furtiva
y repugnante, y lo sacaban de quicio. Más aún, le daban hambre, así que esta vez
pensó en algo un poco más desagradable y difícil.
No puedes verla ni sentirla,
y ocupa todos los huecos;
no puedes olerla ni oírla,
está detrás de los astros,
y está al pie de las colinas,
llega primero, y se queda;
mata risas y acaba vidas.
Para desgracia de Gollum, Bilbo había oído algo parecido en otros tiempos, y
de cualquier modo la respuesta fue rotunda. —¡La oscuridad! —dijo, sin ni
siquiera rascarse la cabeza o ponerse la gorra de pensar.
Caja sin llave,
tapa o bisagras,
pero dentro un tesoro
dorado guarda.
Bilbo preguntó para ganar tiempo, hasta que pudiese pensar algo más difícil.
Creyó que era un acertijo asombrosamente viejo y fácil, aunque no con estas
mismas palabras, pero resultó ser un horrible problema para Gollum. Siseaba
entre dientes, sin encontrar la respuesta, murmurando y farfullando.
Al cabo de un rato Bilbo empezó a impacientarse. —Bueno, ¿qué es? —
preguntó—. La respuesta no es una marmita hirviendo, como pareces creer, por
el ruido que haces.