Page 1025 - El Señor de los Anillos
P. 1025

ojos se me cerraron solos.
      Ahora Frodo encabezaba la marcha, yendo todo lo posible hacia el norte, entre
      las piedras y los peñascos amontonados en el fondo de la gran hondonada. Pero a
      poco de andar se detuvieron de nuevo.
        —No hay nada que hacerle, Sam —dijo—. No puedo soportarla. Esta cota de
      malla, quiero decir. No hoy, al menos. Aun la cota de mithril me pesaba a veces.
      Esta pesa muchísimo más. ¿Y de qué me sirve? De todos modos no será peleando
      como nos abriremos paso.
        —Sin  embargo,  quizá  nos  esperen  algunos  encuentros.  Y  puede  haber
      cuchillos y flechas perdidas. Para empezar, ese tal Gollum no está muerto. No
      me  gusta  pensar  que  sólo  un  trozo  de  cuero  lo  protege  de  una  puñalada  en  la
      oscuridad.
        —Escúchame,  Sam,  hijo  querido  —dijo  Frodo—:  estoy  cansado,  exhausto.
      No me queda ninguna esperanza. Pero mientras pueda caminar, tengo que tratar
      de llegar a la montaña. El Anillo ya es bastante. Esta carga excesiva me está
      matando. Tengo que deshacerme de ella. Pero no creas que soy desagradecido.
      Me repugna pensar en ese trabajo que tuviste que hacer entre los cadáveres para
      encontrarla.
        —Ni lo mencione, señor Frodo. ¡Por lo que más quiera! ¡Lo llevaría sobre
      mis espaldas, si pudiese! ¡Quítesela, entonces!
        Frodo se sacó la capa, se despojó de la cota de malla orca y la tiró lejos. Se
      estremeció ligeramente.
        —Lo que en realidad necesito es algún abrigo —dijo—. O ha refrescado, o he
      tomado frío.
        —Puede ponerse mi capa, señor Frodo —dijo Sam. Se descolgó la mochila
      de la espalda y sacó la capa élfica—. ¿Qué le parece, señor Frodo? Se envuelve
      en ese trapo orco, y se ajusta el cinturón por fuera. Y encima de todo se pone la
      capa. No es exactamente a la usanza orca, pero estará más abrigado; y hasta
      diría  que  lo  protegerá  mejor  que  cualquier  otra  vestimenta.  Fue  hecha  por  la
      Dama.
        Frodo tomó la capa y cerró el broche.
        —¡Así  me  siento  mejor!  —dijo—.  Y  mucho  más  liviano.  Ahora  puedo
      continuar. Pero esta oscuridad ciega invade de algún modo el corazón. Cuando
      estaba preso, Sam, trataba de pensar en el Brandivino, en el Bosque Cerrado, y
      en  El  Agua  corriendo  por  el  molino  en  Hobbiton.  Pero  ahora  no  puedo
      recordarlos.
        —¡Vamos, señor Frodo, ahora es usted el que habla de agua! —dijo Sam—.
      Si  la  Dama  pudiera  vernos  u  oírnos,  yo  le  diría:  « Señora,  todo  cuanto
      necesitamos es luz y agua: sólo un poco de agua pura y la clara luz del día, mejor
   1020   1021   1022   1023   1024   1025   1026   1027   1028   1029   1030