Page 1138 - El Señor de los Anillos
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Pero los rufianes no iban a dejarse amilanar con tanta facilidad. Unos pocos
      obedecieron, aunque azuzados por los insultos de sus compañeros, reaccionaron
      inmediatamente. Una veintena, o más, intentó escapar abalanzándose contra las
      carretas. Seis cayeron muertos, pero los restantes lograron huir, matando a dos
      hobbits, y luego se dispersaron campo traviesa en dirección al Bosque Cerrado.
      Otros dos cayeron mientras corrían. Merry lanzó un potente toque de cuerno y
      otros le respondieron a la distancia.
        —No  irán  muy  lejos  —dijo  Pippin—.  Todos  estos  campos  están  llenos  de
      cazadores hobbits.
        Atrás, los hombres atrapados en el sendero trataban de escalar la barricada y
      las barrancas, y los hobbits tuvieron que matar a unos cuantos, con las flechas o
      con  las  hachas.  Pero  algunos  de  los  más  vigorosos  y  más  encarnizados
      consiguieron salir por el oeste, y más decididos ahora a matar que a escapar,
      atacaron  ferozmente.  Varios  hobbits  cayeron,  y  los  restantes  empezaban  a
      flaquear,  cuando  Merry  y  Pippin,  que  se  encontraban  en  el  flanco  este,
      irrumpieron de improviso y se lanzaron contra los rufianes. Merry mató con sus
      propias manos al cabecilla, un bruto corpulento de mirada torcida que parecía un
      orco gigantesco. Luego replegó sus fuerzas, encerrando a los últimos remanentes
      de la pandilla en un amplio círculo de arqueros.
        Al fin la batalla terminó. Casi setenta bandidos yacían sin vida en el campo y
      doce habían sido tomados prisioneros. Entre los hobbits hubo diecinueve muertos
      y  unos  treinta  heridos.  A  los  rufianes  muertos  los  cargaron  en  carretones,  los
      transportaron hasta un antiguo arenal de las cercanías, y los enterraron: el Arenal
      de la Batalla, lo llamaron desde entonces. Los hobbits caídos fueron sepultados
      todos juntos en una tumba en la ladera de la colina, donde más tarde levantarían
      una gran lápida rodeada de jardines. Así concluyó la Batalla de Delagua, 1419, la
      última librada en la Comarca, y la única desde la Batalla de los Campos Verdes,
      1147,  en  la  lejana  Cuaderna  del  Norte.  Por  consiguiente,  aunque  por  fortuna
      costó  pocas  vidas,  hay  un  capítulo  dedicado  a  ella  en  el  Libro  Rojo,  y  los
      nombres de todos los participantes fueron inscritos en una Lista y aprendidos de
      memoria  por  los  historiadores  de  la  Comarca.  De  esa  época  viene  el
      considerable incremento de la fama y la fortuna de los Coto; pero a la cabeza de
      la Lista figuran en todas las versiones los nombres de los Capitanes Meriadoc y
      Peregrin.
      Frodo había estado presente en la batalla, pero no había desenvainado la espada,
      preocupado sobre todo en impedir que los hobbits, exacerbados por las pérdidas,
      matasen a aquellos adversarios que ya habían depuesto las armas. Una vez la
      batalla  concluida,  y  encomendadas  las  tareas  que  seguirían,  Merry  y  Sam  se
      reunieron con él, y cabalgaron de regreso en compañía de los Coto. Comieron un
      almuerzo tardío, y entonces Frodo dijo con un suspiro:
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