Page 119 - El Señor de los Anillos
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—¡No entiendes! —dijo Pippin—. Tienes que partir y por lo tanto nosotros
      también. Merry y yo iremos contigo. Sam es un sujeto excelente. Saltaría a la
      boca  de  un  dragón  para  salvarte  si  no  tropezara  con  sus  propios  pies,  pero
      necesitarás más de un compañero en tu peligrosa aventura.
        —¡Mis  queridos  y  bienamados  hobbits!  —dijo  Frodo,  profundamente
      conmovido—. No podría permitirlo. Lo decidí también hace tiempo. Habláis de
      peligro, pero no entendéis. No se trata de la búsqueda de un tesoro, ni de un viaje
      de ida y vuelta. Iré de peligro mortal en peligro mortal.
        —Por supuesto que entendemos —afirmó Merry—. Por eso hemos decidido
      venir. Sabemos que el Anillo no es cosa de broma, pero haremos lo que podamos
      para ayudarte contra el enemigo.
        —¡El Anillo! —exclamó Frodo, completamente atónito ahora.
        —Sí, el Anillo —dijo Merry—. Mi viejo y querido hobbit, no has tenido en
      cuenta la curiosidad de los amigos. He sabido de la existencia del Anillo durante
      muchos  años;  en  verdad  desde  antes  de  la  partida  de  Bilbo;  pero  como  él
      guardaba  el  secreto,  me  callé  lo  que  sabía,  hasta  que  armamos  nuestra
      conspiración. No conocía a Bilbo tan bien como a ti; yo era demasiado joven y
      Bilbo más cuidadoso, aunque no lo suficiente. Si quieres saber cómo lo descubrí,
      voy a decírtelo.
        —¡Continúa! —dijo Frodo débilmente.
        —Los culpables fueron los Sacovilla-Bolsón, como podría esperarse. Un día,
      un año antes de la fiesta, yo andaba paseando por el camino cuando vi a Bilbo
      adelante. Casi en seguida, a lo lejos, aparecieron los Sacovilla-Bolsón, que venían
      hacia nosotros. Bilbo aminoró el paso y de pronto, ¡eh, presto!, desapareció. Me
      quedé tan estupefacto que casi no recordé que yo también podía esconderme, de
      un  modo  más  ordinario.  Me  metí  entre  los  setos  del  camino  y  anduve  por  el
      campo. Eché una mirada al camino, luego que pasaron los Sacovilla-Bolsón y
      observaba  el  lugar  donde  había  estado  Bilbo,  cuando  él  reapareció  de  pronto.
      Alcancé  a  ver  un  brillo  de  oro  en  el  momento  en  que  él  guardaba  algo  en  el
      bolsillo del pantalón.
        » Luego de ese incidente, mantuve los ojos bien abiertos. En pocas palabras,
      confieso que espié. Pero admitirás que había motivos para sentirme intrigado. Y
      yo no tenía aún veinte años. Pienso que soy el único en la Comarca, excepto tú,
      Frodo, que ha visto el libro secreto del viejo Bilbo.
        —¡Has leído el libro! —exclamó Frodo—. ¡Cielos! ¿No hay nada seguro?
        —Yo  diría  que  no  demasiado  —replicó  Merry—.  Pero  sólo  le  eché  una
      rápida ojeada y aun esto me costó bastante. Bilbo nunca abandonaba el libro. Me
      pregunto qué se hizo de él. Me gustaría echarle otro vistazo. ¿Lo tienes tú, Frodo?
        —No, no estaba en Bolsón Cerrado. Bilbo se lo llevó, seguramente.
        —Bueno, como iba diciendo —continuó Merry—, mantuve en secreto lo que
      yo  sabía,  hasta  esta  primavera,  cuando  las  cosas  se  agravaron.  Armamos
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