Page 121 - El Señor de los Anillos
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melodía era la misma:
       Adiós les decimos al hogar y a la sala.
       Aunque sople el viento y caiga la lluvia
       hemos de partir antes que amanezca,
       lejos, por el bosque y la montaña alta.
       Rivendel, donde los ellos habitan aún,
       en claros al pie de las nieblas del monte,
       cruzando páramos y eriales iremos de prisa
       y de allí no sabemos a dónde.
       Delante el enemigo y detrás el terror,
       dormiremos bajo el dosel del cielo,
       hasta que al fin se acaben las penurias,
       el viaje termine y la misión concluya.
       ¡Hay que partir, hay que partir!
       ¡Saldremos a caballo antes que amanezca!
        —¡Muy bien! —dijo Frodo—. En este caso hay mucho que hacer antes de
      irnos a la cama. Dormiremos bajo techo, aunque sólo sea esta noche.
        —¡Oh! ¡Eso era poesía! —dijo Pippin—. ¿Realmente piensas partir antes que
      amanezca?
        —No lo sé —respondió Frodo—. Temo a esos Jinetes Negros y estoy seguro
      de que es imprudente quedarse mucho tiempo en un mismo sitio, especialmente
      en un sitio adonde se sabe que yo iría. También Gildor me aconsejó no esperar.
      Pero me gustaría tanto ver a Gandalf. Me di cuenta de que el mismo Gildor se
      turbó cuando supo que Gandalf no había aparecido. La partida depende de dos
      cosas.  ¿Cuánto  tiempo  necesitarían  los  Jinetes  para  llegar  a  Gamoburgo?  ¿Y
      cuándo podremos partir? Tendremos que hacer muchos preparativos.
        —Como  respuesta  a  esa  segunda  pregunta  —dijo  Merry—,  te  diré  que
      podemos partir dentro de una hora. Prácticamente he preparado todo. Hay seis
      poneys en un establo al otro lado del campo; las provisiones y los enseres están
      todos empacados, excepto unas pocas ropas de uso y los alimentos perecederos.
        —Parece haber sido una conspiración muy eficiente —dijo Frodo—. Pero,
      ¿y los Jinetes Negros? ¿Habría peligro si esperamos a Gandalf un día más?
        —Todo depende de lo que pienses que harán los Jinetes, si te encuentran aquí
      —respondió Merry—. Podrían haber llegado ya, por supuesto, si no los hubiesen
      detenido en la Puerta Norte, donde el seto desciende hasta el río, de este lado del
      puente.  Los  guardias  no  les  habrían  permitido  cruzar  de  noche,  aunque  ellos
      hubiesen  podido  abrirse  paso  a  la  fuerza.  Aun  a  la  luz  del  día,  tratarían  de  no
      dejarlos pasar, por lo menos hasta mandarle un mensaje al Señor de la Casa,
      pues no les agradaría el aspecto de los Jinetes y seguramente estarían asustados.
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