Page 125 - El Señor de los Anillos
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El túnel era oscuro y húmedo; una puerta con barrotes de hierro cerraba el
      otro  extremo.  Merry  desmontó  y  la  abrió  y  cuando  todos  pasaron  la  empujó
      hacia atrás. La puerta se cerró con un golpe metálico y el cerrojo cayó otra vez.
      El sonido fue siniestro.
        —¡Ya  está!  —exclamó  Merry—.  Hemos  dejado  la  Comarca  y  estamos
      fuera en los linderos del Bosque Viejo.
        —¿Son ciertas las historias que se cuentan? —preguntó Pippin.
        —No sé a qué historias te refieres —respondió Merry—. Si es a esas historias
      de miedo, que las nodrizas le contaban a Gordo sobre duendes y lobos y cosas
      así, te diré que no. En todo caso yo no las creo. Pero el Bosque es raro. Todo ahí
      está más vivo y es más atento a todo lo que ocurre, por así decir, que las cosas de
      la Comarca. A los árboles no les gustan los extraños te vigilan. Por lo general se
      contentan con esto, mientras hay luz, y no te molestan demasiado. A veces los
      más hostiles dejan caer una rama, o levantan una raíz, o te atrapan con una liana.
      Pero de noche las cosas pueden ser muy alarmantes, según me han dicho. No he
      estado  aquí  después  de  oscurecer  sino  una  o  dos  veces  y  sin  alejarme  del
      cercado.  Me  pareció  entonces  que  todos  los  árboles  murmuraban  entre  sí,
      contándose  noticias  y  conspirando  en  un  lenguaje  ininteligible;  y  las  ramas  se
      balanceaban  y  rozaban  sin  ningún  viento.  Dicen  que  los  árboles  se  mueven
      realmente y pueden rodear y envolver a los extraños. En verdad, hace tiempo
      atacaron  la  cerca;  vinieron  y  se  plantaron  al  lado,  inclinándose  hasta  cubrirla.
      Pero  los  hobbits  acudieron  y  cortaron  cientos  de  árboles  e  hicieron  una  gran
      hoguera en el bosque y quemaron el suelo en una larga franja al este de la cerca.
      Los árboles dejaron de atacar, pero se volvieron muy hostiles. Hay aún un ancho
      espacio despejado, no muy adentro, donde hicieron la hoguera.
        —¿Sólo los árboles son peligrosos? —dijo Pippin.
        —Hay criaturas extrañas que viven en lo profundo del bosque y al otro lado
      —dijo Merry—, o así me han dicho al menos; yo nunca las vi. Sea como sea,
      hay senderos entre los árboles. Cuando uno entra en el bosque encuentra sendas
      abiertas, pero que parecen moverse y cambiar de tanto en tanto de una manera
      extraña. No lejos de este túnel hay o hubo hace tiempo un camino que llega al
      Claro  de  la  Hoguera  y  que  continúa  aproximadamente  en  nuestra  dirección,
      hacia el oeste y un poco hacia el norte. Ese es el camino que trataré de encontrar.
      Los hobbits dejaron la puerta del túnel y cabalgaron cruzando la ancha depresión.
      En el extremo opuesto un borroso sendero subía a los terrenos del bosque, unos
      cien metros más allá de la cerca; pero se desvaneció tan pronto como los llevó
      bajo los árboles. Mirando adelante sólo podían ver troncos de diferentes formas y
      tamaños: derechos o inclinados, rechonchos o finos, pulidos o nudosos; y todos
      eran verdes o grises, cubiertos de musgo y viscosas e hirsutas excrecencias. Sólo
      Merry parecía todavía animado.
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