Page 134 - El Señor de los Anillos
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Tom vuelve de nuevo trayendo lirios de agua.
       ¡Hola, ven derry dol! ¿Me oyes cómo canto?
        Frodo y Sam parecían como hechizados. El viento echó una última bocanada.
      Las hojas colgaron de nuevo silenciosas en las ramas tiesas. La canción estalló
      otra  vez  y  luego,  de  pronto,  saltando  y  bailando  a  lo  largo  del  sendero,  por
      encima de las cañas, asomó un viejo y estropeado sombrero de copa alta y larga
      pluma azul sujeta a la cinta. Un nuevo brinco y un salto y un hombre apareció a
      la vista, o por lo menos algo semejante a un hombre; demasiado grande y pesado
      para ser un hobbit y no bastante alto como para pertenecer a la Gente Grande,
      aunque hacía bastante ruido, calzado con grandes botas amarillas, tranqueando
      entre  las  hierbas  y  los  juncos  como  una  vaca  que  baja  a  beber.  Tenía  una
      chaqueta azul y larga barba castaña; los ojos eran azules y brillantes y la cara
      roja como una manzana madura, pero plegada en cientos de arrugas de risa. En
      las manos, sobre una hoja grande, como en una bandeja, traía un montoncito de
      lirios de agua blancos.
        —¡Socorro!  —gritó  Frodo  y  Sam  corrió  hacia  el  hombre  adelantando  las
      manos.
        —¡Ho, ho! ¡Quietos! —gritó el personaje alzando una mano y los hobbits se
      detuvieron  en  seco  como  paralizados—.  Bien,  mis  amiguitos,  ¿a  dónde  vais,
      resoplando como fuelles? ¿Qué pasa aquí? ¿Sabéis quién soy? Soy Tom Bombadil.
      Decidme cuál es el problema. Tom tiene prisa. ¡No me aplastéis los lirios!
        —Mis amigos están atrapados en el sauce —exclamó Frodo sin aliento.
        —¡Una hendidura está triturando al señor Merry! —gritó Sam.
        —¿Cómo? —gritó Tom Bombadil dando un salto—. ¿El viejo Hombre-Sauce?
      Nada peor, ¿eh? Eso tiene fácil arreglo. Conozco la cancioneta que le hace falta.
      ¡Viejo y gríseo Hombre-Sauce! Le helaré la médula, si no se comporta bien. Le
      cantaré hasta sacarle afuera las raíces. Le cantaré un viento que le arrancará
      hojas y ramas. ¡Viejo Hombre-Sauce!
        Depositando con cuidado los lirios de agua en el suelo, Tom Bombadil corrió
      hacia el árbol. Allí vio los pies de Merry que aún sobresalían. El resto ya había
      sido arrastrado al interior. Tom acercó la boca a la hendidura y se puso a cantar
      en voz baja. Los dos hobbits no alcanzaban a oír las palabras, pero la reanimación
      de Merry fue evidente. Las piernas patearon el aire. Tom se apartó de un salto y
      arrancando una rama que colgaba a un costado, azotó el flanco del sauce.
        —¡Déjalo salir, viejo Hombre-Sauce! ¿Qué pretendes? No tendrías que estar
      despierto. ¡Come tierra! ¡Cava hondo! ¡Bebe agua! ¡Duerme! ¡Bombadil habla!
        Tomó  entonces  los  pies  de  Merry  y  lo  sacó  de  la  hendidura  que  se  había
      ensanchado de pronto.
        Se oyó el sonido de algo que se desgarra y la otra grieta se abrió también y
      Pippin  saltó  fuera,  como  si  lo  hubiesen  pateado.  En  seguida,  con  un  sonoro
      chasquido, las dos fisuras volvieron a cerrarse. Un estremecimiento recorrió el
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