Page 136 - El Señor de los Anillos
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murmuraban  ahora.  Alcanzaron  a  vislumbrar  en  la  penumbra  el  resplandor
      blanco  de  la  espuma  del  río  que  se  precipitaba  en  una  pequeña  cascada.  En
      seguida los árboles terminaron y la niebla quedó atrás. Salieron del bosque y se
      encontraron en una amplia extensión de hierbas. El río, estrecho y rápido, saltaba
      hacia  ellos  alegremente,  reflejando  aquí  y  allá  la  luz  de  las  estrellas  que  ya
      brillaba en el cielo.
        La  hierba  era  allí  corta  y  suave,  como  si  la  hubiesen  segado.  Detrás,  los
      bordes  del  bosque  parecían  recortados  como  un  cerco.  El  sendero  era  llano,
      estaba bien cuidado y bordeado de piedras y subía serpenteando a la cima de una
      loma herbosa, grisácea bajo el pálido cielo estrellado. Allí arriba en otra ladera
      parpadeaban las luces de una casa. El sendero bajó y subió de nuevo por una
      larga  pendiente  de  césped  hacia  la  luz.  De  pronto  un  rayo  amarillo  salió
      brillantemente  de  una  puerta  que  acababa  de  abrirse.  Era  la  casa  de  Tom
      Bombadil, sobre y bajo la colina. Detrás el terreno se elevaba gris y desnudo y
      más allá las sombras oscuras de las Quebradas se perdían en la noche del este.
        Hobbits  y  poneys  se  precipitaron  hacia  adelante.  Ya  se  habían  quitado  de
      encima la mitad de la fatiga y todo temor. ¡Hola, venid, alegre dol! llegó a ellos
      la canción, como una bienvenida.
       ¡Hola, venid, alegre dol! ¡Bravos míos, saltad!
       ¡Hobbits, poneys, y todos, a la fiesta!
       ¡Que la alegría empiece! ¡Cantemos todos juntos!
        Luego, otra voz, clara, joven y antigua como la primavera, como el canto de
      un agua gozosa que baja a la noche desde una mañana brillante en las colinas,
      cayó como plata hasta ellos:
       ¡Que los cantos empiecen! Cantemos todos juntos,
       el sol y las estrellas, la luna, las nubes y la lluvia,
       la luz en los capullos, el rocío en la pluma,
       el viento en la colina, la campana en los brezos,
       las cañas en la orilla, los lirios en el agua,
       ¡el viejo Tom Bombadil y la Hija del Río!
        Y con esta canción los hobbits llegaron al umbral, envueltos todos en una luz
      dorada.
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