Page 142 - El Señor de los Anillos
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Sauce gris es un cantor poderoso y la gente pequeña escapa difícilmente de sus
      arteros laberintos. Pero Tom tenía que cumplir allí una misión y él no se hubiera
      atrevido a oponerse.
        Tom cabeceó como luchando contra el sueño, pero continuó con una dulce
      voz:
       Yo tenía allí una misión: recoger lirios de agua,
       hojas verdes y lirios blancos para complacer a mi hermosa dama,
       los últimos del año y preservarlos así del invierno,
       para que florezcan a sus pies antes que las nieves se fundan.
       Todos los años al fin del verano los busco para ella,
       en una laguna profunda y clara, lejos bajando por el río;
       allí se abren los primeros en primavera y allí duran más.
       junto a esa laguna encontré hace tiempo a la Hija del Río,
       la hermosa y joven Baya de Oro, sentada entre los juncos,
       cantando dulcemente, y el corazón le golpeaba.
        Tom abrió los ojos y miró a los hobbits con un repentino centelleo azul.
       Y esto fue bueno para vosotros, pues ahora no volveré
       a descender a lo largo de las aguas del bosque,
       mientras el año sea viejo. Ni pasaré otra vez
       junto a la casa del viejo Hombre-Sauce
       antes de la gozosa primavera, cuando la Hija del Río
       baje bailando entre los mimbres a bañarse en el agua.
        Tom calló de nuevo, pero Frodo no pudo dejar de hacer otra pregunta, aquella
      cuya respuesta más deseaba oír.
        —Habladnos, Señor —dijo—, del Hombre-sauce. ¿Qué es? Nunca oí nada de
      él.
        —¡No, no! —dijeron juntos Merry y Pippin, enderezándose bruscamente—.
      ¡No ahora! ¡No hasta la mañana!
        —¡Tenéis  razón!  —dijo  el  viejo—.  Es  tiempo  de  descansar.  No  es  bueno
      hablar de ciertas cosas cuando las sombras reinan en el mundo. Dormid hasta
      que  amanezca,  reposad  la  cabeza  en  las  almohadas.  ¡No  prestéis  atención  a
      ningún ruido nocturno! ¡No temáis al sauce gris!
        Y diciendo esto bajó la lámpara y la apagó con un soplido y tomando una
      vela en cada mano llevó a los hobbits fuera de la habitación.
        Los colchones y las almohadas tenían la dulzura de la pluma y las coberturas
      eran  de  lana  blanca.  Acababan  de  tenderse  en  los  lechos  blandos  y  de
      acomodarse las mantas cuando se quedaron dormidos.
      En la noche profunda, Frodo tuvo un sueño sin luz. Luego vio que se elevaba la
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