Page 180 - El Señor de los Anillos
P. 180

—Muy  bien,  señor  Sotomonte.  Pero  si  va  usted  a  intentar  otros  juegos,  o
      conjuros, o lo que sea, mejor que antes advierta a la gente y que me advierta a
      mí. Aquí somos un poco recelosos de todo lo que salga de lo común, de todo lo
      misterioso, si usted me entiende, y tardamos en acostumbrarnos.
        —No haré nada parecido otra vez, señor Mantecona, se lo prometo. Y ahora
      creo que me iré a la cama. Partimos temprano. ¿Podría ordenar que nuestros
      poneys estén preparados para las ocho?
        —¡Muy bien! Pero antes que se vaya quiero tener con usted unas palabras en
      privado,  señor  Sotomonte.  Acabo  de  recordar  algo  que  usted  tiene  que  saber.
      Espero no molestarle. Cuando haya arreglado una o dos cositas, iré al cuarto de
      usted, si no le parece mal.
        —¡Claro que no! —dijo Frodo, sintiendo que se le encogía el corazón.
        Se preguntó cuántas charlas privadas tendría que sobrellevar antes de poder
      acostarse y qué revelarían. ¿Estaba toda esta gente ligada contra él? Empezaba a
      sospechar  que  aun  la  cara  redonda  del  viejo  Mantecona  ocultaba  unos  negros
      designios.
   175   176   177   178   179   180   181   182   183   184   185