Page 245 - El Señor de los Anillos
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robustos de la Gente Grande que hubiesen sucumbido en seguida a esa esquirla
      que tú llevaste diecisiete días.
        —¿Qué  me  hubiesen  hecho?  —preguntó  Frodo—.  ¿Qué  trataban  de  hacer
      esos Jinetes?
        —Trataban de atravesarte el corazón con un puñal de Morgul, que queda en
      la herida. Si lo hubieran logrado, serías ahora como ellos, sólo que más débil, y te
      tendrían  sometido.  Serías  un  espectro,  bajo  el  dominio  del  Señor  Oscuro,  y  te
      habría atormentado por haber querido retener el Anillo, si hay tormento mayor
      que el de perder el Anillo y verlo en el dedo del Señor Oscuro.
        —¡Gracias sean dadas por no haberme enterado de ese horrible peligro! —
      dijo Frodo con voz débil—. Yo estaba mortalmente asustado, por supuesto, pero si
      hubiera sabido más no me hubiese atrevido ni a moverme. ¡Es una maravilla que
      haya escapado con vida!
        —Sí, la fortuna o el destino te ayudaron sin duda —dijo Gandalf—, para no
      mencionar  el  coraje.  Pues  no  te  tocaron  el  corazón  y  sólo  te  hirieron  en  el
      hombro y esto fue así porque resististe hasta el fin. Pero te salvaste no se sabe
      cómo.  El  peligro  mayor  fue  cuando  tuviste  puesto  el  Anillo,  pues  entonces  tú
      mismo  estabas  a  medias  en  el  mundo  de  los  espectros  y  ellos  podían  haberte
      alcanzado. Tú podías verlos y ellos te podían ver.
        —Sí, es cierto —dijo Frodo—. ¡Mirarlos fue algo terrible! ¿Pero cómo vemos
      siempre a los caballos?
        —Porque son verdaderos caballos, así como las ropas negras son verdaderas
      ropas, que dan forma a la nada que ellos son, cuando tienen tratos con los vivos.
        —¿Por  qué  esos  caballos  negros  soportan  entonces  a  semejantes  Jinetes?
      Todos  los  otros  animales  se  espantan  cuando  los  Jinetes  andan  cerca,  aun  el
      caballo élfico de Glorfindel. Los perros les ladran y los gansos les graznan.
        —Porque  esos  caballos  nacieron  y  fueron  criados  al  servicio  del  Señor
      Oscuro. ¡Los sirvientes y animales de Mordor no son todos espectros! Hay orcos
      y  trolls,  huargos  y  licántropos;  y  ha  habido  y  todavía  hay  muchos  hombres,
      guerreros y reyes, que andan a la luz del sol y sin embargo están sometidos a
      Mordor. Y el número de estos servidores crece todos los días.
        —¿Y Rivendel y los elfos? ¿Está Rivendel a salvo?
        —Sí, por ahora, hasta que todo lo demás sea conquistado. Los elfos pueden
      temer al Señor Oscuro y quizás huyan de él, pero nunca jamás lo escucharán o
      le servirán. Y aquí, en Rivendel, viven algunos de los principales enemigos de
      Mordor: los Sabios Elfos, Señores del Eldar, de más allá de los mares lejanos.
      Ellos no temen a los Espectros del Anillo, pues quienes han vivido en el Reino
      Bienaventurado viven a la vez en ambos mundos y tienen grandes poderes contra
      lo Visible y lo Invisible.
        —Creí ver una figura blanca que brillaba y no empalidecía como las otras.
      ¿Era entonces Glorfindel?
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