Page 246 - El Señor de los Anillos
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—Sí, lo viste un momento tal como es en el otro lado, uno de los poderosos
Primeros Nacidos. Es el Señor Elfo de una casa de príncipes. En verdad hay
poder en Rivendel capaz de resistir la fuerza de Mordor, por un tiempo al menos,
y hay también otros poderes afuera. Hay poder también, de otra especie, en la
Comarca. Pero todos estos lugares pronto serán como islas sitiadas, si las cosas
continúan como hasta ahora. El Señor Oscuro está desplegando toda su fuerza.
» Sin embargo —continuó Gandalf, incorporándose de pronto y adelantando
el mentón mientras se le erizaban los pelos de la barba como alambre de púas, no
nos desanimemos. Pronto te curarás, si no te mato con mi charla. Estás en
Rivendel, y no te preocupes por ahora.
—No tengo ningún ánimo y no sé cómo podría desanimarme —dijo Frodo—,
pero ahora no hay nada que me preocupe. Dame simplemente noticias de mis
amigos y dime cómo terminó el asunto del vado, como he venido preguntando, y
me declararé satisfecho por el momento. Luego dormiré otro poco, me parece,
pero no podré cerrar los ojos hasta que hayas terminado esa historia para mí.
Gandalf acercó la silla a la cabecera del lecho y miró con atención a Frodo.
El color le había vuelto a la cara; los ojos se le habían aclarado y tenía una
mirada despejada y lúcida. Sonreía y parecía que todo andaba bien. Pero el ojo
del mago alcanzó a notar un cambio imperceptible, como una cierta
transparencia alrededor de Frodo y sobre todo alrededor de la mano izquierda,
que descansaba sobre el cubre-cama.
« Sin embargo, era algo que podía esperarse» , reflexionó Gandalf. « No está
ni siquiera curado a medias y lo que le pasará al fin ni siquiera Elrond podría
decirlo. Creo que no será para mal. Podría convertirse en algo parecido a un vaso
de agua clara, para los ojos que sepan ver.»
—Tienes un aspecto espléndido —dijo en voz alta—. Me arriesgaré a contarte
una breve historia, sin consultar a Elrond. Pero muy breve, recuérdalo, y luego
dormirás otra vez. Esto es lo que ocurrió, según lo que he averiguado. Los Jinetes
fueron directamente detrás de ti, tan pronto como escapaste. Ya no necesitaban
que los caballos los guiaran: te habías vuelto visible para ellos: estabas en el
umbral del mundo de los fantasmas. Y además el Anillo los llamaba de algún
modo. Tus amigos saltaron a un lado, fuera del camino, o los hubieran aplastado
sin remedio. Sabían que estabas perdido, si no te salvaba el caballo blanco. Los
Jinetes eran demasiado rápidos y hubiese sido inútil perseguirlos, y demasiado
numerosos y hubiese sido inútil oponerse. A pie, ni siquiera Glorfindel y Aragorn
luchando juntos hubieran podido resistir a los Nueve a la vez.
» Cuando los Espectros del Anillo pasaron rápidos como el viento, tus amigos
corrieron detrás. Muy cerca del vado hay una pequeña hondonada, oculta tras
unos pocos árboles achaparrados junto al camino. Allí encendieron rápidamente
un fuego, pues Glorfindel sabía que habría una crecida, si los Jinetes trataban de
cruzar; él entonces tendría que vérselas con quienes estuvieran de este lado del