Page 386 - El Señor de los Anillos
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vez. Pero todavía lo recordamos en nuestras canciones. Háblame de esos puertos
mientras caminamos.
—No puedo —dijo Merry—. Nunca los he visto. Nunca salí antes de mi país.
Y si hubiese sabido cómo era el mundo de afuera, no creo que me hubiese
atrevido a dejar la Comarca.
—¿Ni siquiera para ver la hermosa Lothlórien? —dijo Haldir—. Es cierto que
el mundo está colmado de peligros y que hay en él sitios lóbregos, pero hay
también cosas hermosas y aunque en todas partes el amor está unido hoy a la
aflicción, no por eso es menos poderoso.
» Algunos de nosotros cantan que la Sombra se retirará y que volverá la paz.
No creo sin embargo que el mundo que nos rodea sea alguna vez como antes, ni
que el sol brille como en otro tiempo. Para los elfos, temo, esa paz no sería más
que una tregua, que les permitiría llegar al mar sin encontrar demasiados
obstáculos y dejar la Tierra Media para siempre. ¡Ay por Lothlórien, que tanto
amo! Será una pobre vida estar en un país donde no crecen los mallorn. Pues si
hay mallorn más allá del mar, nadie lo ha dicho.
Mientras así hablaban, la Compañía marchaba lentamente en fila a lo largo
de los senderos del bosque, conducida por Haldir, mientras que el otro elfo
caminaba detrás. Sentían que el suelo bajo los pies era blando y liso y al cabo de
un rato caminaron más libremente, sin miedo de lastimarse o caer. Privado de la
vista, Frodo descubrió que el oído y los otros sentidos se le agudizaban. Podía oler
los árboles y las hierbas. Podía oír muchas notas diferentes en el susurro de las
hojas, el río que murmuraba lejos a la derecha y las voces claras y tenues de los
pájaros en el cielo. Cuando pasaban por algún claro sentía el sol en las manos y
la cara. Tan pronto como pisara la otra orilla del Cauce de Plata, Frodo había
sentido algo extraño, que crecía a medida que se internaba en el Naith: le parecía
que había pasado por un puente de tiempo hasta un rincón de los Días Antiguos y
que ahora caminaba por un mundo que ya no existía. En Rivendel se recordaban
cosas antiguas; en Lórien las cosas antiguas vivían aún en el despertar del mundo.
Aquí el mal había sido visto y oído, la pena había sido conocida; los elfos temían
el mundo exterior y desconfiaban de él; los lobos aullaban en las lindes de los
bosques, pero en la tierra de Lórien no había ninguna sombra.
La Compañía marchó todo el día hasta que sintieron el fresco del atardecer y
oyeron las primeras brisas nocturnas que suspiraban entre las hojas. Descansaron
entonces y durmieron sin temores en el suelo, pues los guías no permitieron que
se quitaran las vendas y no podían trepar. A la mañana continuaron la marcha, sin
apresurarse. Se detuvieron al mediodía y Frodo notó que habían pasado bajo el
sol brillante. De pronto oyó alrededor el sonido de muchas voces.
Una tropa de elfos que marchaba por el bosque se había acercado en silencio;