Page 395 - El Señor de los Anillos
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—Era un Balrog de Morgoth —dijo Legolas—; de todos los azotes de los elfos
      el más mortal, excepto aquel que reside en la Torre Oscura.
        —En  verdad  vi  en  el  puente  a  aquel  que  se  nos  aparece  en  las  peores
      pesadillas, vi el Daño de Durin —dijo Gimli en voz baja y el miedo le asomó a
      los ojos.
        —¡Ay! —dijo Celeborn—. Temimos durante mucho tiempo que hubiese algo
      terrible  durmiendo  bajo  el  Caradhras.  Pero  si  hubiese  sabido  que  los  enanos
      habían  reanimado  este  mal  en  Moria,  yo  te  hubiera  impedido  pasar  por  las
      fronteras del norte, a ti y a todos los que iban contigo. Y hasta se podría decir
      quizá  que  Gandalf  cayó  al  fin  de  la  sabiduría  a  la  locura,  metiéndose  sin
      necesidad en las redes de Moria.
        —Sería  imprudente  en  verdad  quien  dijera  tal  cosa  —dijo  con  aire  grave
      Galadriel—.  En  todo  lo  que  hizo  Gandalf  en  vida  no  hubo  nunca  nada  inútil.
      Quienes  lo  seguían  no  estaban  enterados  de  lo  que  pensaba  y  no  pueden
      explicarnos lo que él se proponía. De cualquier modo estos seguidores no tuvieron
      ninguna culpa. No te arrepientas de haber dado la bienvenida al enano. Si nuestra
      gente hubiese vivido mucho tiempo lejos de Lothlórien, ¿quién de los Galadrim,
      incluyendo  a  Celeborn  el  Sabio,  hubiera  pasado  cerca  sin  el  deseo  de  ver  el
      antiguo hogar, aunque se hubiese convertido en morada de dragones?
        » Oscuras son las aguas del Kheled-zâram y frías son las fuentes del Kibilnâla
      y  hermosas  eran  las  salas  de  columnas  de  Khazad-dûm  en  los  Días  Antiguos
      antes que los reyes poderosos cayeran bajo la piedra.
        Galadriel miró a Gimli que estaba sentado y triste y le sonrió. Y el enano, al
      oír aquellos nombres en su propia y antigua lengua, alzó los ojos y se encontró
      con  los  de  Galadriel  y  le  pareció  que  miraba  de  pronto  en  el  corazón  de  un
      enemigo y que allí encontraba amor y comprensión. El asombro le subió a la
      cara y en seguida respondió con una sonrisa.
        Se incorporó torpemente y saludó con una reverencia al modo, de los Enanos
      diciendo:
        —Pero más hermoso aún es el país viviente de Lórien, y la Dama Galadriel
      está por encima de todas las joyas de la tierra.
      Hubo un silencio. Al fin Celeborn volvió a hablar.
        —Yo no sabía que vuestra situación era tan mala —dijo—. Que Gimli olvide
      mis palabras duras; hablé con el corazón perturbado. Haré todo lo que pueda por
      ayudaros, a cada uno de acuerdo con sus deseos y necesidades, pero en especial
      al pequeño que lleva la carga.
        —Conocemos  tu  misión  —dijo  Galadriel  mirando  a  Frodo—,  pero  no
      hablaremos aquí más abiertamente. Quizá podamos probar que no habéis venido
      en  vano  a  esta  tierra  en  busca  de  ayuda,  como  parecía  ser  el  propósito  de
      Gandalf. Pues se dice del Señor de los Galadrim que es el más sabio de los Elfos
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