Page 402 - El Señor de los Anillos
P. 402
volver. Han socavado Bolsón de Tirada y allá va mi pobre padre colina abajo
llevando todas sus cosas en una carretilla. ¡Tengo que volver!
—No puedes volver solo —dijo la Dama—. No deseabas volver sin tu amo
antes de mirar en el espejo y sin embargo sabías que podía ocurrir algo malo en
la Comarca. Recuerda que el espejo muestra muchas cosas y que algunas no han
ocurrido aún. Algunas no ocurrirán nunca, a no ser que quienes miran las visiones
se aparten del camino que lleva a prevenirlas. El espejo es peligroso como guía
de conducta. Sam se sentó en el suelo y se llevó las manos a la cabeza.
—Desearía no haber venido nunca aquí y no quiero ver más magias —dijo y
calló un rato. Luego habló trabajosamente, como conteniendo el llanto—. No,
volveré por el camino largo junto con el señor Frodo, o no volveré. Pero espero
volver algún día. Si lo que he visto llega a ser cierto, ¡alguien las pasará muy
mal!
—¿Quieres mirar tú ahora, Frodo? —dijo la Dama Galadriel—. No deseabas ver
la magia de los elfos y estabas satisfecho.
—¿Me aconsejáis mirar? —preguntó Frodo.
—No —dijo ella—. No te aconsejo ni una cosa ni otra. No soy una consejera.
Quizás aprendas algo y lo que veas, sea bueno o malo, puede ser de provecho, o
no. Ver es a la vez conveniente y peligroso. Creo sin embargo, Frodo, que tienes
bastante coraje y sabiduría para correr el riesgo, o no te hubiera traído aquí. ¡Haz
como quieras!
—Miraré —dijo Frodo y subiendo al pedestal se inclinó sobre el agua oscura.
En seguida el espejo se aclaró y Frodo vio un paisaje crepuscular. Unas
montañas oscuras asomaban a lo lejos contra un cielo pálido. Un camino largo y
gris se alejaba serpenteando hasta perderse de vista. Allá lejos venía una figura
descendiendo lentamente por el camino, débil y pequeña al principio, pero
creciendo y aclarándose a medida que se acercaba. De pronto Frodo advirtió que
la figura le recordaba a Gandalf. Iba a pronunciar en voz alta el nombre del
mago cuando vio que la figura estaba vestida de blanco y no de gris (un blanco
que brillaba débilmente en el atardecer) y que en la mano llevaba un báculo
blanco. La cabeza estaba tan inclinada que Frodo no le veía la cara, y al fin la
figura tomó una curva del camino y desapareció de la vista del espejo. Una duda
entró en la mente de Frodo: ¿era ésta una imagen de Gandalf en uno de sus
muchos viajes solitarios de otro tiempo, o era Saruman?
La visión cambió. Breve y pequeña pero muy vívida alcanzó a ver una
imagen de Bilbo que iba y venía nerviosamente por su cuarto. La mesa estaba
cubierta de papeles en desorden; la lluvia golpeaba las ventanas.
Luego hubo una pausa y en seguida siguieron unas escenas rápidas y Frodo
supo de algún modo que eran partes de una gran historia en la que él mismo
estaba envuelto. La niebla se aclaró y vio algo que nunca había visto antes pero