Page 410 - El Señor de los Anillos
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de leer los pensamientos del mediano. Al fin retomó la palabra, como discutiendo
consigo mismo—. Si sólo te propones destruir el Anillo —dijo—, la guerra y las
armas no servirán de mucho y los Hombres de Minas Tirith no podrán ayudarte.
Pero si deseas destruir el poder armado del Señor Oscuro, sería una locura entrar
sin fuerzas en esos dominios y una locura sacrificar… Se interrumpió de pronto,
como si hubiese advertido que estaba pensando en voz alta. Sería una locura
sacrificar vidas, quiero decir —concluyó—. Se trata de elegir entre defender una
plaza fortificada y marchar directamente hacia la muerte. Al menos, así es
como yo lo veo.
Frodo notó algo nuevo y extraño en los ojos de Boromir y lo miró con
atención. Lo que Boromir acababa de decir no era lo que él pensaba,
evidentemente. Sería una locura sacrificar ¿qué? ¿El Anillo de Poder? Boromir
había dicho algo parecido en el Concilio, aunque había aceptado entonces la
corrección de Elrond. Frodo miró a Aragorn, pero el montaraz parecía hundido
en sus propios pensamientos y no daba muestras de haber oído las palabras de
Boromir. Y así terminó la discusión. Merry y Pippin ya estaban dormidos y Sam
cabeceaba. La noche envejecía.
A la mañana, mientras comenzaban a embalar las pocas cosas que les quedaban,
unos elfos que hablaban la lengua de la Compañía vinieron a traerles regalos de
comida y ropa para el viaje. La comida consistía principalmente en galletas,
preparadas con una harina que estaba un poco tostada por afuera y que por
dentro tenía un color de crema. Gimli tomó una de las galletas y la miró con ojos
dudosos.
—Cram —dijo a media voz mientras mordisqueaba una punta quebradiza. La
expresión del enano cambió rápidamente y se comió todo el resto de la galleta
saboreándola con delectación.
—¡Basta, basta! —gritaron los elfos riendo—. Has comido suficiente para
toda una jornada.
—Pensé que era sólo una especie de cram, como los que preparan los
Hombres del Valle para viajar por el desierto —dijo el enano.
Así es —respondieron los elfos—. Pero nosotros lo llamamos lembas o pan
del camino y es más fortificante que cualquier comida preparada por los
hombres y es más agradable que el cram, desde cualquier punto de vista.
—Por cierto —dijo Gimli—. En realidad es mejor que los bizcochos de miel
de los Beórnidas y esto es un gran elogio, pues no conozco panaderos mejores.
Aunque estos días no parecen estar interesados en darles bizcochos a los viajeros.
¡Sois anfitriones muy amables!
—De cualquier modo, os aconsejamos que cuidéis de la comida —dijeron los
elfos—. Comed poco cada vez y sólo cuando sea necesario. Pues os damos estas