Page 436 - El Señor de los Anillos
P. 436

10
                   La disolución de la comunidad
      A ragorn los llevó hacia el brazo derecho del río. Aquí, en la ladera del oeste, a la
      sombra del Tol Brandir, había un prado verde que descendía hacia el agua desde
      los  pies  del  Amon  Hen.  Detrás  se  elevaban  las  primeras  estribaciones  de  la
      colina, sembradas de árboles, y otros árboles se alejaban hacia el oeste siguiendo
      la  orilla  curva  del  lago.  Un  pequeño  manantial  subía  y  caía  alimentando  la
      hierba.
        —Descansaremos aquí esta noche —dijo Aragorn—. Estos son los prados de
      Parth Galen: un hermoso sitio en los días de verano de otro tiempo. Esperemos
      que ningún mal haya llegado aún aquí. Llevaron las embarcaciones a la barranca
      y  acamparon.  Pusieron  una  guardia,  pero  no  oyeron  ningún  ruido  ni  vieron
      ninguna  señal  de  los  enemigos.  Si  Gollum  los  seguía  aún,  había  encontrado  el
      modo de que no lo vieran ni lo oyeran. Sin embargo, a medida que pasaba la
      noche, Aragorn iba sintiéndose más y más intranquilo, agitándose en sueños y
      despertando a menudo. En las primeras horas del alba, se incorporó y se acercó
      a Frodo, a quien le tocaba montar guardia.
        —¿Por qué estás despierto? —preguntó Frodo—. No es tu turno.
        —No sé —respondió Aragorn—, pero una sombra y una amenaza han estado
      creciendo en mis sueños. Sería bueno que sacaras la espada.
        —¿Por qué? —preguntó Frodo—. ¿Hay enemigos cerca?
        —Veamos qué nos muestra Dardo —dijo Aragorn.
        Frodo  desenfundó  entonces  la  hoja  élfica.  Aterrorizado,  vio  que  los  filos
      brillaban débilmente en la noche.
        —¡Orcos!  —dijo—.  No  muy  cerca  y  sin  embargo  demasiado  cerca,  me
      parece.
        —Tal como me lo temía —dijo Aragorn—. Pero no creo que estén de este
      lado del río. La luz de Dardo es débil y quizá sólo apunta a los espías de Mordor
      en las laderas del Amon Lhaw. Nunca oí hablar de orcos que hubieran llegado al
      Amon  Hen.  Sin  embargo  quién  sabe  qué  puede  ocurrir  en  estos  días  nefastos,
      ahora  que  Minas  Tirith  ya  no  guarda  los  pasajes  del  Anduin.  Tendremos  que
      avanzar con cuidado mañana.
      El día llegó como fuego y humo. Abajo en el este había barras negras de nubes,
      como la humareda de un gran incendio. El sol naciente las iluminó desde abajo
      con  oscuras  llamas  rojas,  pero  pronto  subió  al  cielo  claro.  La  cima  del  Tol
      Brandir estaba guarnecida de oro. Frodo miró hacia el este donde se levantaba la
      isla. Los flancos salían abruptamente del agua, y dominando los altos acantilados
      había  pendientes  escarpadas  a  las  que  se  aferraban  los  árboles,  de  copas
      superpuestas,  y  más  arriba  de  nuevo  unas  paredes  grises  e  inaccesibles,
   431   432   433   434   435   436   437   438   439   440   441