Page 506 - El Señor de los Anillos
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Bárbol
E ntretanto los hobbits corrían tan rápidamente como era posible en la oscuridad
y la maraña del bosque, siguiendo el curso del río, hacia el oeste y las pendientes
de las montañas, internándose más y más en Fangorn. El miedo a los orcos fue
muriendo en ellos poco a poco y aminoraron el paso. De pronto se sintieron
invadidos por una curiosa sensación de ahogo, como si el aire se hubiera
enrarecido. Al fin Merry se detuvo.
—No podemos seguir así —jadeó—. Necesito aire.
—Bebamos un trago al menos —dijo Pippin—. Tengo la garganta seca.
Se trepó a una gruesa raíz de árbol que bajaba retorciéndose a la corriente y
se inclinó y recogió un poco de agua en las manos juntas. El agua era fría y clara
y Pippin bebió varias veces. Merry lo siguió. El agua los refrescó y reanimó; se
quedaron sentados un rato a orillas del río, moviendo en el agua las piernas y pies
doloridos y examinando los árboles que se alzaban en silencio en filas apretadas,
hasta perderse todo alrededor en el crepúsculo gris.
—Espero que todavía no hayas perdido el rumbo —dijo Pippin, apoyándose
en un tronco corpulento—. Podríamos al menos seguir el curso de este río, el
Entaguas, o como lo llames, y salir por donde hemos venido.
—Podríamos, sí, si las piernas nos ayudan —dijo Merry— y si el aire no nos
falta.
—Sí, todo es muy oscuro y sofocante aquí —dijo Pippin—. Me recuerda de
algún modo la vieja sala de la Gran Morada de los Tuk en los Smials de
Tukburgo: una inmensa habitación donde los muebles no se movieron ni se
cambiaron durante siglos. Se dice que Tuk el Viejo vivió allí muchos años, y que
él y la habitación envejecieron y decayeron juntos. Nadie tocó nada allí desde
que él murió, hace ya un siglo. Y el viejo Geronte era mi tatarabuelo, de modo
que el cuarto está así desde hace rato. Pero no era nada comparado con la
impresión de vejez que da este bosque. ¡Mira todas esas barbas y patillas de
líquenes que lloran y se arrastran! Y casi todos los árboles parecen estar
cubiertos con unas hojas secas y raídas que nunca han caído. Desaliñados. No
alcanzo a imaginar qué aspecto tendrá aquí la primavera, si llega alguna vez;
menos aún una limpieza de primavera.
—Pero el sol tiene que asomar aquí algunas veces —dijo Merry—. No se
parece ni en el aspecto ni en la atmósfera al Bosque Negro según la descripción
de Bilbo. Aquel era sombrío y negro, y morada de cosas sombrías y negras. Este
es sólo oscuro y terriblemente tupido. No puedes imaginar que vivan animales
aquí, o que se queden mucho tiempo.
—No, ni hobbits —dijo Pippin—. Y la idea de atravesarlo no me hace
ninguna gracia. Nada que comer durante cientos de millas, me parece. ¿Cómo