Page 531 - El Señor de los Anillos
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somos. Quizás habéis oído hablar de los trolls. Son extremadamente fuertes. Pero
los trolls son sólo una impostura, fabricados por el enemigo en la Gran Oscuridad,
una falsa imitación de los ents, así como los orcos son imitación de los elfos.
Somos más fuertes que los trolls. Estamos hechos de los huesos de la tierra.
Somos capaces de quebrar la piedra, como las raíces de los árboles, sólo que más
rápido, mucho más rápido, ¡cuando estamos despiertos! Si no nos abaten, o si no
nos destruye el fuego o alguna magia, podríamos reducir Isengard a un montón
de astillas y convertir esos muros en escombros.
—Pero Saruman tratará de deteneros, ¿no es cierto?
—Hm, ah, sí, así es. No lo he olvidado. En verdad lo he pensado mucho
tiempo. Pero, veréis, muchos de los ents son más jóvenes que yo, en muchas
vidas de árboles. Están todos despiertos ahora y no piensan sino una cosa: destruir
a Isengard. Pero pronto se pondrán a pensar en otras cosas; se enfriarán un poco,
cuando tomemos la bebida de la noche. ¡Qué sed tendremos! ¡Pero que ahora
marchen y canten! Hay que recorrer un largo camino y sobrará tiempo para
pensar. Ya es bastante habernos puesto en camino.
Bárbol continuó marchando, cantando con los otros durante un tiempo. Pero
luego bajó la voz, que fue sólo un murmullo, y al fin calló otra vez. Pippin
alcanzó a ver que la vieja frente del ent estaba toda arrugada y nudosa. Al fin
Bárbol alzó los ojos y Pippin descubrió una mirada triste, triste pero no
desdichada. Había una luz en ellos, como si la llama verde se le hubiera hundido
aún más en los pozos oscuros del pensamiento.
—Por supuesto, es bastante verosímil, amigos míos —dijo con lentitud—,
bastante verosímil que estemos yendo a nuestra perdición: la última marcha de
los ents. Pero si nos quedamos en casa y no hacemos nada, la perdición nos
alcanzará de todos modos, tarde o temprano. Este pensamiento está creciendo
desde hace mucho en nuestros corazones; y por eso estamos marchando ahora.
No fue una resolución apresurada. Ahora al menos la última marcha de los ents
quizá merezca una canción. Ay —suspiró—, podemos ayudar a los otros pueblos
antes de irnos. Sin embargo, me hubiera gustado ver que las canciones sobre las
ents-mujeres se cumplían de algún modo. Me hubiera gustado de veras ver otra
vez a Fimbrethill. Pero en esto, amigos míos, las canciones como los árboles dan
frutos en el tiempo que corresponde y según leyes propias: y a veces se
marchitan prematuramente.
Los ents continuaban caminando a grandes pasos. Habían descendido a un
largo repliegue del terreno que se alejaba bajando hacia el sur y ahora
empezaban a trepar, cada vez más arriba, hacia la elevada cresta del oeste. El
bosque se hizo menos denso y llegaron a unos pequeños montes de abedules y
luego a unas pendientes desnudas donde sólo crecían unos pinos raquíticos. El sol
se hundió detrás de la giba oscura de la loma que se alzaba delante. El crepúsculo
gris cayó sobre ellos.