Page 535 - El Señor de los Anillos
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                     El Caballero Blanco
      E stoy helado hasta los huesos —dijo Gimli batiendo los brazos y golpeando los
      pies contra el suelo. Por fin había llegado el día. Al alba los compañeros habían
      desayunado como habían podido; ahora a la luz creciente estaban preparándose a
      examinar el suelo otra vez en busca de rastros de hobbits.
        —¡Y no olvidéis a ese viejo! —dijo Gimli—. Me sentiría más feliz si pudiera
      ver la huella de una bota.
        —¿Por qué eso te haría feliz? —preguntó Legolas.
        —Porque un viejo con pies que dejan huellas no será sino lo que parece —
      respondió el enano.
        —Quizá —dijo el elfo—, pero es posible que una bota pesada no deje aquí
      marca alguna. La hierba es espesa y elástica.
        —Eso no confundiría a un montaraz —dijo Gimli—. Una brizna doblada le
      basta a Aragorn. Pero no espero que él encuentre algún rastro. Era el fantasma
      maligno  de  Saruman  lo  que  vimos  anoche.  Estoy  seguro,  aun  a  la  luz  de  la
      mañana.  Quizá  los  ojos  de  Saruman  nos  miran  desde  Fangorn  en  este  mismo
      momento.
        —Es  muy  posible  —dijo  Aragorn—,  sin  embargo  no  estoy  seguro.  Estaba
      pensando en los caballos. Dijiste anoche, Gimli, que el miedo los espantó. Pero
      yo no lo creo. ¿Los oíste, Legolas? ¿Te parecieron unas bestias aterrorizadas?
        —No —dijo Legolas—. Los oí claramente. Si no hubiese sido por las tinieblas
      y  nuestro  propio  miedo,  yo  hubiera  pensado  que  eran  bestias  dominadas  por
      alguna  alegría  repentina.  Hablaban  como  caballos  que  encuentran  un  amigo
      después de mucho tiempo.
        —Así  me  pareció  —dijo  Aragorn—,  pero  no  puedo  resolver  el  enigma,  a
      menos  que  vuelvan.  ¡Vamos!  La  luz  crece  rápidamente.  ¡Miremos  primero  y
      dejemos  las  conjeturas  para  después!  Comenzaremos  por  aquí,  cerca  del
      campamento,  buscando  con  cuidado  alrededor  y  subiendo  después  hacia  el
      bosque. Nuestro propósito es encontrar a los hobbits, aparte de lo que podamos
      pensar de nuestro visitante nocturno. Si por alguna casualidad han podido escapar,
      tienen  que  haberse  ocultado  entre  los  árboles,  o  los  hubieran  visto.  Si  no
      encontramos nada entre aquí y los lindes del bosque, los buscaremos en el campo
      de batalla y entre las cenizas. Pero ahí hay tan pocas esperanzas: los Jinetes de
      Rohan han hecho su trabajo demasiado bien.
        Durante algún  tiempo  los  compañeros se  arrastraron  tanteando  el  suelo. El
      árbol se alzaba melancólico sobre ellos; las hojas secas colgaban flojas ahora y
      crujían en el viento helado del este. Aragorn se alejó con lentitud. Llegó junto a
      las cenizas de la hoguera de campaña cerca de la orilla del río y luego retrocedió
      hasta  la  loma  donde  se  había  librado  el  combate.  De  pronto  se  detuvo  y  se
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