Page 537 - El Señor de los Anillos
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libre?
—No sé cómo ocurrió —respondió Aragorn—. Ni sé tampoco por qué un
orco estaba llevándolos. No para ayudarlos a escapar, es indudable. No, pero
empiezo a entender algo que me ha intrigado desde el principio. ¿Por qué cuando
cayó Boromir los orcos se contentaron con capturar a Merry y a Pippin? No
buscaron al resto de nuestra tropa, ni atacaron nuestro campamento, pero en
cambio partieron apresuradamente hacia Isengard. ¿Pensaron que habían
capturado al Portador del Anillo y a su fiel camarada? No lo creo. Los amos de
los orcos no se habrían atrevido a darles órdenes tan claras, aun si estuviesen tan
enterados, ni les hubieran hablado tan abiertamente del Anillo; no son servidores
de confianza. Pero creo que les ordenaron que capturaran hobbits vivos, a toda
costa. Hubo un intento de escapar con los preciosos prisioneros antes de la batalla.
Una traición quizá, bastante verosímil en tales criaturas. Algún orco grande y
audaz pudo haber tratado de escapar él solo con la presa, para beneficiarse él
mismo. Bueno, esa es mi historia. Podríamos imaginar otras. Pero en todo caso
de algo podemos estar seguros: uno al menos de nuestros amigos ha escapado.
Nuestra tarea es ahora dar con él y ayudarlo antes de volver a Rohan. No
permitamos que Fangorn nos desanime, pues la necesidad tiene que haberlo
llevado a ese sitio oscuro.
—No sé qué me desanima más, si Fangorn o la idea de recorrer a pie el largo
camino hasta Rohan —dijo Gimli.
—Pues bien, vayamos al bosque —dijo Aragorn.
Aragorn no tardó mucho en encontrar nuevas huellas. En un lugar cerca del
Entaguas tropezó con el rastro de unas pisadas: marcas de hobbits, pero
demasiado débiles para sacar alguna conclusión. Luego otra vez junto al tronco
de un árbol grande en el linde del bosque descubrieron otras marcas. El terreno
era allí desnudo y seco y no revelaba mucho.
—Un hobbit al menos se detuvo aquí un rato y miró atrás, antes de penetrar
en el bosque —dijo Aragorn.
—Entonces vayamos nosotros también —dijo Gimli—. Pero el aspecto de
este Fangorn no me agrada y nos han advertido contra él. Mejor sería que la
persecución nos hubiera llevado a otro sitio.
—No creo que el bosque dé una impresión de malignidad, digan lo que digan
las historias —dijo Legolas. Se había detenido en los límites del bosque,
inclinándose hacia adelante como si escuchara y espiando las sombras con los
ojos muy abiertos—. No, no es maligno y si hay algún mal en él está muy lejos.
Sólo me llegan los ecos débiles de un sitio en penumbras donde los corazones de
los árboles son negros. No hay ninguna malicia cerca, pero sí vigilancia y cólera.
—Bueno, no hay razón para que estén enojados conmigo —dijo Gimli—. No
les hice daño.