Page 542 - El Señor de los Anillos
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—¡Gandalf! —dijo—. ¡Más allá de toda esperanza, regresas ahora a
asistirnos! ¿Qué velo me oscurecía la vista? ¡Gandalf! Gimli no dijo nada; cayó
de rodillas cubriéndose los ojos.
—Gandalf —repitió el viejo como sacando de viejos recuerdos una palabra
que no utilizaba desde hacía mucho—. Sí, ése era el nombre. Yo era Gandalf.
Bajó de la roca y recogiendo el manto gris se envolvió en él; fue como si el
sol luego de haber brillado un momento se ocultara otra vez entre las nubes.
—Sí, todavía podéis llamarme Gandalf —dijo, y era aquélla la voz del amigo
y el guía—. Levántate, mi buen Gimli. No tengo nada que reprocharte y no me
has hecho ningún daño. En verdad, amigos míos, ninguno de vosotros tiene aquí
un arma que pueda lastimarme. ¡Alegraos! Nos hemos encontrado de nuevo. En
la vuelta de la marea. El huracán viene, pero la marea ha cambiado.
Puso la mano sobre la cabeza de Gimli y el enano alzó los ojos y de pronto se
rió.
—¡Gandalf! —dijo—. ¡Pero ahora estás todo vestido de blanco!
—Sí, soy blanco ahora —dijo Gandalf—. En verdad soy Saruman, podría
decirse. Saruman como él tendría que haber sido. Pero ¡contadme de vosotros!
He pasado por el fuego y por el agua profunda desde que nos vimos la última
vez. He olvidado buena parte de lo que creía saber y he aprendido muchas cosas
que había olvidado. Ahora veo cosas muy lejanas, pero muchas otras que están
al alcance de la mano no puedo verlas. ¡Habladme de vosotros!
—¿Qué quieres saber? —preguntó Aragorn—. Todo lo que ocurrió desde que nos
separamos en el puente haría una larga historia.
¿No quisieras ante todo hablarnos de los hobbits? ¿Los encontraste, y están a
salvo?
—No, no los encontré —dijo Gandalf—. Hay tinieblas que cubren los valles
de Emyn Muil y no supe que los habían capturado hasta que el águila me lo dijo.
—¡El águila! —dijo Legolas—. He visto un águila volando alto y lejos: la
última vez fue hace tres días, sobre Emyn Muil.
—Sí —dijo Gandalf—, era Gwaihir el Señor de los Vientos que me rescató de
Orthanc. Lo envié ante mí a observar el río y a recoger noticias. Tiene ojos
penetrantes, pero no puede ver todo lo que pasa bajo los árboles y las colinas.
Algo ha visto y yo vi otras cosas. El Anillo está ahora más allá de mis
posibilidades de ayuda, o las de cualquier miembro de la Compañía que partió de
Rivendel. El enemigo estuvo muy cerca de descubrirlo, pero el Anillo escapó.
Tuve en eso alguna parte, pues yo residía entonces en un sitio alto y luché con la
Torre Oscura y la Sombra pasó. Luego me sentí cansado, muy cansado, y
marché mucho tiempo hundido en pensamientos sombríos.
—¡Entonces sabes algo de Frodo! —exclamó Gimli—. ¿Cómo le van a él las
cosas?