Page 704 - El Señor de los Anillos
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especialmente a los buenos hobbits. Hobbits, volveos. ¡No vayáis a la Puerta!
—Tengo la orden de ir a las tierras de Mordor y por lo tanto iré —dijo Frodo
—. Si no hay más que un camino, tendré que tomarlo. Suceda lo que suceda.
Sam se quedó callado. La expresión del rostro de Frodo era suficiente para él;
sabía que todo cuanto pudiera decirle sería inútil. Al fin y al cabo, él nunca había
puesto ninguna esperanza en el éxito de la empresa; pero era un hobbit
vehemente y temerario y no necesitaba esperanzas, mientras pudiera retrasar la
desesperanza. Ahora habían llegado al amargo final. Pero él no había
abandonado a su señor ni un solo instante; para eso había venido, y no pensaba
abandonarlo ahora. Frodo no iría solo a Mordor. Sam iría con él… y en todo caso,
al menos se verían por fin libres de Gollum.
Gollum, sin embargo, no tenía ningún interés en que se libraran de él, al
menos por el momento. Se arrodilló a los pies de Frodo, retorciéndose las manos
y lloriqueando.
—¡No por este camino, mi amo! —suplicó—. Hay otro camino. Oh sí, de
verdad, hay otro. Otro camino más oscuro, más difícil de encontrar, más secreto.
Pero Sméagol lo conoce. ¡Deja que Sméagol te lo muestre!
—¡Otro camino! —dijo Frodo en tono dubitativo, escrutando el rostro de
Gollum.
—¡Sssí! Sssí, ¡de verdad! Había otro camino. Sméagol lo descubrió. Vayamos
a ver si todavía está.
—No dijiste nada de ese camino, antes.
—No. El amo no preguntó. El amo no dijo lo que quería hacer. No le dice
nada al pobre Sméagol. Dice: Sméagol, llévame hasta la Puerta… y luego
¡adiós! Sméagol puede marcharse y ser bueno. Pero ahora le dice: pienso entrar
en Mordor por este camino. Y entonces Sméagol tiene mucho miedo. No desea
perder al buen amo. Y él prometió, el amo le hizo prometer que salvaría el
Tesoro. Pero el amo se lo llevará a Él, directamente a la Mano Negra, si va por
este camino. Entonces Sméagol piensa en otro camino, de mucho tiempo atrás.
Buen amo. Sméagol muy bueno, siempre ayuda.
Sam arrugó el ceño. Si hubiera podido, habría atravesado a Gollum con los
ojos. Tenía muchas dudas. En apariencia Gollum estaba sinceramente afligido y
deseaba ayudar a Frodo. Pero a Sam, recordando la discusión que había
escuchado a hurtadillas, le costaba creer que el Sméagol largamente sumergido
hubiese salido a la superficie; esta voz, en todo caso, no era la que había dicho la
última palabra en la discusión. Lo que Sam sospechaba era que las dos mitades,
Sméagol y Gollum (que él llamaba para sus adentros el Bribón y el Adulón),
habían pactado una tregua y una alianza temporal: ninguno de los dos quería que
el Anillo fuese a parar a manos del enemigo; ambos querían evitar que Frodo
cayese prisionero, para poder vigilarlo ellos mismos tanto tiempo como fuera
posible… al menos mientras Adulón tuviese la posibilidad de recuperar el