Page 708 - El Señor de los Anillos
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muro; pero no agradables ahora, no hermosas. Él las conquistó hace mucho
tiempo. Es un lugar terrible ahora. Los viajeros tiemblan al verlo, se ocultan,
evitan la sombra de los muros. Pero el amo tendrá que ir por ese camino. Ese es
el único otro camino. Porque allí las montañas son más bajas, y el viejo camino
sube y sube, hasta llegar en la cima a una garganta sombría, y luego desciende,
desciende otra vez… hasta Gorgoroth. —La voz se perdió en un susurro y Gollum
se estremeció de nuevo.
—¿Pero de qué nos servirá? —preguntó Sam—. Sin duda el enemigo conoce
palmo a palmo todas esas montañas, y es seguro que en ese camino hay tantos
vigías como aquí. La torre no está vacía ¿verdad?
—¡Oh no, vacía no! —murmuró Gollum—. Parece vacía, pero no lo está, ¡oh
no! Criaturas muy terribles viven en ella. Orcos, sí, siempre orcos; pero cosas
peores; también viven allí cosas peores. El camino trepa en línea recta bajo la
sombra de los muros y pasa por la puerta. Nada puede acercarse por el camino
sin que ellos lo noten. Las criaturas de allí dentro lo saben: los Centinelas
Silenciosos.
—Así que ese es tu consejo —dijo Sam—, que emprendamos otra
interminable caminata hacia el sur, para encontrarnos nuevamente en este
mismo brete, o quizás en otro peor, cuando lleguemos allí, si alguna vez llegamos.
—No, no, claro que no —dijo Gollum—. Los hobbits tienen que verlo, tratar
de comprender. Él no espera un ataque por ese lado. El Ojo de Él está en todas
partes, pero a algunos sitios llega más que a otros. Entendedlo, Él no puede verlo
todo al mismo tiempo, todavía no. Ha conquistado todos los territorios al oeste de
las Montañas de las Sombras, hasta el río, y domina los puentes. Cree que nadie
podrá llegar a la Torre de la Luna sin librar una batalla en los puentes, o sin traer
cantidades de embarcaciones imposibles de ocultar y que Él descubriría.
—Pareces saber mucho acerca de lo que Él hace y piensa —dijo Sam—.
¿Has estado hablando con Él recientemente? ¿O te has codeado con los orcos?
—No bueno el hobbit, no sensato —dijo Gollum, lanzándole a Sam una
mirada furiosa y volviéndose a Frodo—. Sméagol ha hablado con los orcos, claro
que sí, antes de encontrar al amo, y con mucha gente: ha caminado mucho y
lejos. Y lo que ahora dice, lo dice mucha gente. Aquí en el Norte está ese gran
peligro que lo amenaza a Él, y también a nosotros. Un día saldrá por la Puerta
Negra, un día muy cercano. Ese es el único camino por el que pueden venir los
grandes ejércitos. Pero allá, en el oeste, Él no teme nada, y allí están los
Centinelas Silenciosos.
—¡Exactamente! —replicó Sam, que no era nada fácil de convencer—. Sólo
tenemos que subir y llamar a la puerta de la Torre y preguntar si ese es el
camino que lleva a Mordor. ¿O son demasiado silenciosos para responder? Esto
no tiene ni pies ni cabeza. Tanto valdría probar aquí, y ahorrarnos una larga
caminata.