Page 763 - El Señor de los Anillos
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pensativamente.  Luego  volvió  a  hablar—:  Llévate  de  aquí  a  esta  criatura,
      Anborn. Trátala con dulzura, pero vigílala. Y tú, Sméagol, no intentes arrojarte en
      las  cascadas.  Allí  las  rocas  tienen  dientes  tan  afilados  que  morirás  antes  de
      tiempo. ¡Déjanos pues, y llévate tu pescado!
        Anborn  salió  de  la  cueva,  y  Gollum  fue  delante  de  él,  sumisamente.  La
      cortina se cerró tras ellos.
      —Frodo, pienso que eres demasiado imprudente en este asunto —dijo Faramir—.
      No creo que tengas que ir con esa criatura. Es malvada.
        —No, no es del todo malvada —dijo Frodo.
        —No  del  todo,  quizá  —dijo  Faramir—;  pero  la  malicia  está  devorándolo
      como un chancro, y el mal crece. No te conducirá a nada bueno. Si te separas de
      él, le daré un salvoconducto y un guía, y haré que lo acompañen al punto que él
      nombre, a lo largo de la frontera de Gondor.
        —No  lo  aceptaría  —dijo  Frodo—.  Me  seguiría  como  lo  ha  hecho  durante
      tanto tiempo. Y yo le he prometido muchas veces tomarlo bajo mi protección e
      ir a donde él me lleve. ¿No me pedirás que falte a la palabra que he empeñado?
        —No —respondió Faramir—. Pero mi corazón te lo pediría. Parece menos
      grave aconsejar a alguien que falte a una promesa que hacerlo uno mismo, sobre
      todo si se trata de un amigo atado involuntariamente por un juramento nefasto.
      Pero  ahora…  tendrás  que  soportarlo  si  quiere  ir  contigo.  Sin  embargo,  no  me
      parece necesario que tengas que ir a Cirith Ungol, del que no te ha dicho ni la
      mitad de lo que sabe. Esto al menos lo vi claro en la mente de ese Sméagol. ¡No
      vayas a Cirith Ungol!
        —¿A dónde iré entonces? —dijo Frodo—. ¿Volveré a la Puerta Negra para
      entregarme  a  los  guardias?  ¿Qué  sabes  tú  en  contra  de  ese  lugar  que  hace  su
      nombre tan temible?
        —Nada  cierto  —respondió  Faramir—.  Nosotros  los  de  Gondor  nunca
      cruzamos en nuestros días al este del camino, y menos nuestros hombres más
      jóvenes, así como ninguno de nosotros ha puesto jamás el pie en las Montañas de
      las Sombras. De esos parajes sólo conocemos los antiguos relatos y los rumores
      de tiempos lejanos. Pero la sombra de un terror oscuro se cierne sobre los pasos
      que dominan Minas Morgul. Cuando se pronuncia el nombre de Cirith Ungol, los
      ancianos y los maestros del saber se ponen pálidos y enmudecen.
        » El valle de Minas Morgul cayó en poder del mal hace mucho tiempo, y era
      una  amenaza  y  un  lugar  de  terror  cuando  el  enemigo  se  había  retirado  muy
      lejos, e Ithilien estaba en su mayor parte bajo nuestra protección. Como sabes,
      esa ciudad fue antaño una plaza fuerte, orgullosa y espléndida, hermana gemela
      de nuestra propia ciudad. Pero se apoderaron de ella hombres feroces, que el
      enemigo  había  dominado  en  sus  primeras  guerras,  y  que  luego  de  su  caída
      erraban sin hogar y sin amo. Se dice que sus señores eran hombres de Númenor
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