Page 767 - El Señor de los Anillos
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                     Viaje a la Encrucijada
      F rodo  y  Sam  volvieron  a  sus  lechos  y  se  acostaron  en  silencio  a  descansar,
      mientras los hombres se ponían en actividad y los trabajos del día comenzaban.
      Al cabo de un rato les llevaron agua y los condujeron a una mesa servida para
      tres.  Faramir  desayunó  con  ellos.  No  había  dormido  desde  la  batalla  de  la
      víspera, pero no parecía fatigado.
        Una vez terminada la comida, se pusieron de pie.
        —Ojalá no os atormente el hambre en el camino —dijo Faramir—. Tenéis
      escasas provisiones, pero he dado orden de acondicionar en vuestros equipajes
      una pequeña reserva de alimentos apropiada para viajeros. No os faltará el agua
      mientras  caminéis  por  Ithilien,  pero  no  bebáis  de  ninguno  de  los  arroyos  que
      descienden del Imlad Morgul, el Valle de la Muerte Viviente. Algo más he de
      deciros:  mis  exploradores  y  vigías  han  regresado  todos,  aun  algunos  que  se
      habían deslizado subrepticiamente hasta tener a la vista el Morannon. Todos han
      observado una cosa extraña. La tierra está desierta. No hay nada en el camino;
      no se oye en parte alguna ruido de pasos, de cuernos ni de arcos. Un silencio
      expectante pesa sobre el País Sin Nombre. Ignoro lo que esto presagia. Pero todo
      parece precipitarse hacia una gran conclusión. Se aproxima la tormenta. ¡Daos
      prisa, mientras podáis! Si estáis listos, partamos. Muy pronto el Sol se levantará
      sobre las sombras.
        Les trajeron a los hobbits sus paquetes (un poco más pesados que antes) y
      también  dos  bastones  de  madera  pulida,  herrados  en  la  punta,  y  de  cabeza
      tallada, por la que pasaba una correa de cuero trenzado.
        —No tengo regalos apropiados para el momento de la partida —dijo Faramir
      —, pero aceptad estos bastones. Pueden prestar buenos servicios a los caminantes
      o  a  quienes  escalan  montañas  en  las  regiones  salvajes.  Los  Hombres  de  las
      Montañas Blancas los utilizan: si bien éstos han sido cortados para vuestra talla y
      herrados  de  nuevo.  Están  hechos  con  la  madera  del  hermoso  árbol  lehethron,
      cara a los ebanistas de Gondor, y les ha sido conferida la virtud de encontrar y
      retornar. ¡Ojalá esta virtud no se malogre enteramente en las Sombras en que
      ahora vais a internaros!
        Los hobbits se inclinaron en una reverencia.
        —Magnánimo y muy benévolo anfitrión —dijo Frodo—, me fue augurado
      por  Elrond  el  Medio  Elfo  que  encontraría  amigos  en  el  camino,  secretos  e
      inesperados.  Mas  no  esperaba  por  cierto  una  amistad  como  la  tuya.  Haberla
      encontrado trueca el mal en un auténtico bien.
      Se  prepararon  para  la  partida.  Gollum  fue  sacado  de  algún  rincón  o  de  algún
      escondrijo,  y  parecía  más  satisfecho  de  sí  mismo  que  antes,  aunque  no  se
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