Page 216 - Dialectica
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Estudios sobre l´ ogica dial´ ectica

                En este cap´ ıtulo consederaremos algunas paradojas conocidas y co-
             mentaremos someramente otras, sin realizar un estudio particular.

             La paradoja del condenado

                Un ejemplo cl´ asico de paradoja, cuyo origen si pierde en las his-
             torias medievales, lo constituye el problema del condenado a muerte.
             En su planteo, a un condenado se le da la opci´ on de elegir la forma de
             morir, con la salvedad de que si miente, va a morir ahorcado; si dice
             la verdad, morir´ a decapitado. Como es f´ acil imaginar, un condenado
             h´ abil declara que va a morir ahorcado. Supongamos que realizamos las
             siguientes identificaciones proposicionales:

                 x   es la afirmaci´ on que hace el condenado a muerte
                  a  el condenado muere decapitado si dice la verdad
                  b  el condenado muere ahorcado si no dice la verdad
                 V   es el conjunto de las afirmaciones verdaderas
                Las dos opciones del condenado son:

                  (x ∈ V ) ⇒ a   si dice la verdad, muere decapitado
                 N(x ∈ V ) ⇒ b   si no dice la verdad, muere ahorcado


                Con estas ecuaciones, la afirmaci´ on x = b = N a conduce a la
             expresi´ on:
                            (N a ∈ V ) ⇒ a o sea N a ⇒ a

                Se llega as´ ı a una contradicci´ on inaceptable para la l´ ogica binaria,
             pero perfectamente aceptable para la l´ ogica dial´ ectica. Su enunciado
             “voy a morir ahorcado” posee valor de tesis pero no es verdadero. In-
             terpretado en el pensamiento corriente, nada hay de obligatorio y de
             compulsivo, tanto puede morir de una manera como de otra, lo cierto
             es que morir´ a. En cambio, en la l´ ogica cl´ asica la paradoja nace de que
             no puede resolver el hecho de que un condenado a muerte se salve por-
             que un sistema de ecuaciones no posee soluci´ on y no se puede decidir
             el procedimiento de su ejecuci´ on.
                Lo interesante es que la paradoja puede continuar. Supongamos
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