Page 33 - Dialectica
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La l´ ogica como imagen del universo

             de arte son contrarios sincr´ onicos: dos grupos diferentes de personas,
             simult´ aneos, complementarios y ocupados de una misma realidad. Sin
             embargo tambi´ en pueden ser contrarios diacr´ onicos y en este caso cada
             cr´ ıtico puede tambi´ en ser un creador que ejerce en forma sucesiva las
             dos actividades. En este caso nos encontramos frente a una situaci´ on
             indeseable, que puede llevar a la corrupci´ on de la actividad. 42
                Se pueden encontrar muchos contrarios sincr´ onicos. Lo que sigue
             es una breve lista:

                  Por cada derecho que consagra la ley existe –en forma expl´ ıcita
                  o impl´ ıcita– un derecho contrario que lo limita, por ejemplo, la
                  libertada de expresi´ on y la defensa del honor de las personas.
                  Para los socialistas cl´ asicos las clases sociales opuestas tienen in-
                  tereses contrarios y no pueden existir una sin la otra: un propie-
                  tario de f´ abrica no puede existir sin obreros y rec´ ıprocamente.
                  El amor y el odio, a partir de Freud, 43  son considerados contra-
                  rios indisolubles, que no pueden existir uno sin el otro.
                  La belleza y la fealdad son otro ejemplo de contrarios indisolu-
                  bles, no puede existir una sin la otra, en permanente unidad. 44
                  Oscar Wilde extiende la idea de contrarios y afirma que toda ma-
                  nifestaci´ on art´ ıstica participa de una contradicci´ on de este tipo:

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              El mecanismo de corrupci´ on es sencillo y est´ a muy difundido en Am´ erica Latina.
             A, actuando como cr´ ıtico, dice que B es un artista excepcional. A su turno, B actuan-
             do como cr´ ıtico, le devuelve el favor y dice que A tambi´ en es un artista excepcional.
             Si cr´ ıticos y creadores se convierten en contrarios diacr´ onicos el resultado suele ser la
             corrupci´ on del arte y de la cr´ ıtica. Esta misma situaci´ on ocurre en la ciencia. Las pu-
             blicaciones son aceptadas o rechazadas por evaluadores (reviewers). Se plantea aqu´ ı el
             mismo dilema: el m´ etodo de validaci´ on es la evaluaci´ on por los iguales (peer review)
             con lo cual el rol de autor y el de evaluador se confunden y dan origen a un mecanismo
             que puede terminar por ser perverso.
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              En la poes´ ıa hay un sinn´ umero de ejemplos, anteriores a Freud, en los cuales se esta-
             blece esta identidad y lucha tal como se ha presentado en el cap´ ıtulo anterior. El poeta
             romano Catullus (–84?, –54?) con su odi et amo fue uno de los primeros ejemplos.
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              El problema de la belleza ha preocupado a poetas y fil´ osofos sin una clara solu-
             ci´ on. La dificultad se encuentra en esta contradicci´ on indisoluble. Charles Beaudelaire
             (1821, 1687) en Fleurs du Mal fue uno de los primeros en mostrar esta identidad.
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