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Cuando hacemos una pirámide perfecta (es decir con las proporciones "naturales") y la orientamos de modo que su
campo sea interactivo con el campo magnético de un planeta (La Tierra o cualquiera) obligamos al campo magnético del
objeto u organismo que expongamos en ella, a someterse a los ritmos armónicos que imponen las 56 Leyes Herméticas
(Arcanos Menores) y Los Ocho Principios (o Arcanos Mayores) en base a los cuales está estructurada la Creación. No sólo
la Ley de Ritmo, sino a todo un Cuadro Natural de Leyes, donde la ARMONÍA no es una Ley en sí misma, sino el EFECTO
PERFECTO del funcionamiento equilibrado de Todas las Leyes Naturales.
Si analizamos en profundidad el tema, contando con los conocimientos que nosotros alcanzamos hoy a vislumbrar,
veremos que los constructores de las Pirámides de Gizéh no eran precisamente unos burdos esclavistas ni unos
"megalómanos", sino profundos conocedores de las más Altas Ciencias, que en vez de destruir átomos y hacer desastres
ecológicos, usaban parte de la fabulosa energía del propio planeta. Los egipcios, los mayas y otras culturas herederas, en
razón de la diferencia, les adoraron como a "dioses". Y seguramente algunos pueblos antiguos hayan comprendido el valor
de las pirámides mejor que los actuales egiptólogos y arqueólogos en general. Por eso las usaron y quizá construyeron
algunas de las pequeñas pirámides parecidas, de esas que tienen con la G.P., diferencias mayores que la que hay entre
una carreta y un coche de fórmula uno. Sin embargo, en ellas y sus instalaciones descubrimos también implicaciones
geodésicas, matemáticas y físicas, así como los extraños almacenes que en nada se pueden comparar a una tumba.
CAPÍTULO IVº
PIRAMIDES Y GEOBIOLOGÍA
Varios geobiólogos han intentado hacer estudios detallados de la energía alrededor de la Gran Pirámide, pero muy
pocos han conseguido hacer algunas mediciones completas, ante la burocracia de los responsables en Egipto, que casi
siempre termina en negativas. Sin embargo, los pocos que han podido disimular sus aparatos y hacer mediciones
meticulosas, así como zahoríes que usan péndulos y varas, han constatado que la Red de Hartmann difiere de cualquier
otro punto antes estudiado. Hace unos cuantos años cualquiera podía hacer estudios en las pirámides, sobre las que no
pesaba tanta vigilancia.
Pero en la medida que la ciencia y la técnica se fue perfeccionando, las teorías arqueológicas comenzaron a ser
refutadas con sobrado fundamento. Ahora que poseemos tecnología para hacer mediciones certificadas en cuántica,
petrografía, estudios geobiológicos, etc., no es posible realizarlos. Ya es de público conocimiento que el ingeniero Rudolf
Gantembrik, tras hacer una exploración con su pequeño robot “UPUAUT” y revelar algunas cosas de los conductos de la
G.P., fue declarado persona no grata en Egipto por hacer “arqueología ilegal”.
Antes de seguir con las pirámides, se hace necesario aclarar al Lector algo más sobre esta
importante ciencia llamada geobiología, pero recomiendo especialmente el libro “La Casa
Enferma”, de Carlos M. Requejo, editado por Didaco, 1998. Es uno de los mejores
actualmente en el mercado. Mientras, una noción muy básica: La Red Hartmann (Red H.) fue
descubierta por varios científicos anteriores al Dr. Ernst Hartmann pero él profundizó su
estudio desde 1935. Determinó que forma un entramado magnético en todo el planeta, con
“muros” de 21 centímetros de espesor y dos mil metros de alto, separados por 2,5 metros en
la orientación N-S, así como dos metros en la orientación E-O. Estas medidas son
aproximadas y generales, no constantes ni exactas.
Varían según los minerales cercanos a la superficie, las corrientes de agua, los vientos magnéticos del planeta, la
actividad volcánica, las quiescentes solares, los eclipses y toda otra actividad magnética importante, sea telúrica o
cósmica. Es como la malla de una tela que la mayor parte del tiempo es estable, pero cíclicamente se mueve con la brisa.
La Red H. se presenta en el mar y en la tierra, sea planicie o montaña. Los cruces de estos muros son puntos llamados
“patógenos”, causantes de incomodidad, alteraciones nerviosas, problemas del sueño y muchas enfermedades. Es
fundamental su estudio en esta “ciencia nueva” llamada Geobiología, que ya conocían los constructores de menhires y
pirámides desde la antigüedad. Hace poco comencé una investigación estadística sobre “las camas fatales” de los
hospitales, encontrando datos sorprendentes, suministrados por médicos y enfermeros, que llevando o no estadística
puntual, saben que hay camas enlas que todo paciente que cae, muere o todo se le complica.
En realidad ocurre también en los hogares, sólo que el instinto natural humano nos hace sentir incómodos en un
determinado lugar. Cuando dicho instinto falla (muy a menudo, por la saturación de estímulos), el cuerpo se enferma si
dormimos sobre un punto patógeno. En Suiza y Austria, existen ya algunas leyes que obligan a hacer, antes de comenzar
cualquier construcción - ¡Con cuánta más razón la de un hospital! -, un estudio geobiológico del sitio.