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ser algo mayor, según otras versiones, entre las que destaca la de la carta de Sebastián Garro y Soria, escrita a su
hermano Luis, alrededor del 1520: "..aquestos indígenas temen acercarse a las pirámides y mucho pior al ídolo pagano
que hai encima de la mayor. Esta esculpido en cuadrado largo, en pedra de fierro, de altura de cuatro hombres altos y de
achura por todos lados igual qe de dos hombres deitados* pies con cabeça, pero le adoran cinco dias seguidos quando las
tempestas baten rayos encima y aparescen luses por toda la cercania. Dicen que son los espíritus de todos sus antiguos
muertos entonces se lavan en el rio de San Juan y dicen que se purifican de sus males " ("Religiones Paganas de
América" - Nelson P. Elascar, 1917). * deitados = acostados
Müller comprendió que el fenómeno descrito es exactamente lo que en teoría debía conseguir y que la pieza faltante
sería de gran importancia para continuar su trabajo, pero antes de colocar un "pararrayos" en la Pirámide del Sol de su
maqueta, siguió investigando hasta encontrar en otros escritos que también la Pirámide de la Luna estaba incompleta y
consiguió más referencias en una biblioteca privada.
Se trata de una descripción de los propios aborígenes sobre la anterior existencia de un remate piramidal de metal rojo,
que podría ser cobre u oro rebajado. En el atrio superior de la Pirámide de la Luna, había otra pequeña pirámide
puntiaguda a la que se podía entrar, pero los primeros conquistadores la demolieron y convirtieron en lingotes una enorme
cantidad de oro que la cubría por dentro y por fuera. Ante la imposibilidad de hallar más detalles sólo completó su obra con
un trocito de basalto ferroso de proporciones adecuadas para la Pirámide del Sol, un piramidión formado con varias
pirámides hechas con lámina de cobre para la de la Luna y una pirámide maciza de cobre para su atrio. Al colocar como
última pieza el "ídolo pagano" de la Pirámide del Sol y hacer las primeras mediciones, el resultado -a pesar de ser
previsible- le sorprendió hasta el grado del susto.
El sistema empezó a funcionar acumulando energía que iba en aumento y no sabía hasta dónde podía llegar.
Finalmente y para su tranquilidad, en poco menos de una hora alcanzó la carga máxima y se estabilizó. Pero esa carga era
capaz de producir un golpe de 280 voltios a quien tocara la maqueta, volviéndose a cargar en poco tiempo hasta la misma
potencia, y con una capacidad en Amperios más grande que cualquier batería química de igual tamaño.
En la imagen vemos la Pirámide de la Luna y la Plaza de la Luna. En el centro de ésta se hallaba el condensador
principal. Acercarse a él bien justificaría el nombre de la Avenida "de los Muertos" que atraviesa todo el complejo. La
electricidad era producida espontáneamente, es decir sin necesidad de ninguna parte activa ni consumo alguno. El propio
complejo era todo un aparato conversor y acumulador de la electroestática de la atmósfera. Al comprobar el fenómeno
intuido, ensayó con algunos de los aparatos de chispa ideados también por Nicolas Tesla, a fin de reproducir a escala los
efectos de una tormenta.
Con ello demostró que cualquier chispa eléctrica producida hasta una distancia de unos diez metros (laterales) de la
maqueta, y desde quince metros de altura, es atraída hacia ella aumentando considerablemente el caudal de energía
disponible en los condensadores, capaces de acumular cantidades enormes de electricidad, mientras que las pirámides
evitan la pérdida por dispersión magnética. Las pirámides del Sol y de la Luna cumplen en este sistema una doble función:
En principio como "motor de arranque" del sistema, por la simple propiedad de acelerar su propio campo magnético,
dotando al sistema de una actividad en la que las otras partes producen la conversión mediante modificaciones del flujo
magnético hasta convertirlo en electromagnético y luego, en el condensador principal -ubicado frente a la pirámide de la
Luna- se tiene una acumulación soberbia de electricidad disponible, que se derivaba por el costado de la sección de
enfrente de la Pirámide del Sol, hasta el río San Juan, y éste actuaba espontáneamente como conductor hasta el llamado
"Templo de Quetzalcóatl".
Müller reemplazó el río con una canaleta de plástico llena de agua.
La segunda función de las pirámides es que los campos magnéticos de ambas reciclan las radiaciones
electromagnéticas del condensador principal, con lo que la fuga energética por dispersión es evitada por reencauce de la
misma dentro del circuito. Extrapolando el efecto al propio complejo de Teotihuacan, cuando éste funcionaba lo hacía con
cualquier clima, pero además atraía las tormentas eléctricas en un radio de varios kilómetros a partir de la zona periférica
del complejo. Los rayos debieron alimentarlo mientras que las pirámides se encargaban de los procesos de conversión en
un campo magnético, que luego se modificaba merced al consumo que se hiciera.
Según A. Müller, la energía producida por el Complejo Geomagnetoeléctrico de Teotihuacan con tiempo normal, debía
superar los 42 millones de Kw/h. anuales, o sea algo más que una moderna central hidroeléctrica entre mediana y grande.
Con "buen tiempo" como para acumular más, o sea tiempo tormentoso, podía llegar superar más de cien veces esa
cantidad. Suficiente para los requerimientos normales básicos de toda la actual ciudad de México, o para más de la mitad
de su consumo industrial. La Pirámide del Sol debió haber creado un campo magnético suficiente como para envolver todo
el complejo, incluyendo al Templo de Quetzalcóatl (importante parte del sistema eléctrico, desde donde se haría la
extracción) y con más razón envolvería a la Pirámide de la Luna, con cuyo campo magnético establecía una interacción tal,
que en la Plaza de la Luna debió existir un punto de tensiones extraordinario.