Page 101 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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2. Mito y logos: el triunfo de la razón hegemónica
Según la más comúnmente aceptada interpretación, la filosofía nace del corte que se da entre las concepciones
míticas del mundo y la nueva forma de cuestionarse sobre el origen de las cosas, del Arché, como el principio
rector y actuante que antecede al ser y lo determina, ya sea mediante elementos naturales (agua, fuego, aire, los
elementos o lo indeterminado) o a partir de las formas (ideas).
Mito y logos se concatenaban en los griegos para construir narrativas, ―órdenes del discurso‖ sólo separados
por sus respectivas pretensiones de verdad. El conocimiento científico moderno, a través de su canon de
método de experimentación, prueba y verificación, también puede ser considerado, a la postre un mito, una
fabricación más de la voluntad de verdad:
"¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han
sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un
prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son
ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin
fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas
como monedas sino como metal" 1
El mito de Apolo y Dionisio encarna en buena medida este paso del mito al logos, de la vida puramente
instintiva a la razón. Según Nietzsche , los griegos llamaban Dionisio a la sensación ilimitada, no limitada por
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la palabra, sin individuación, porque el acto de individuación es ya un filtro racional. Individualizar es hacer del
ser un ente, lo cosifica. Dionisio es caos, es embriaguez, es instintos que están en constante lucha por emerger,
pero se le opone Apolo.
Superar a Dionisio es encarcelarlo y esa cárcel se llama Apolo, que es el orden, la luz, la razón que busca
controlar la experiencia dionisíaca. Apolo es conocimiento, religión, ética Pero Apolo necesita a Dionisio para
aprisionarlo y Dionisio necesita a Apolo para superarlo.
Apolo se transformó en instituciones como la familia, el gobierno, la religión y en una constante lucha
domestica a Dionisio, que tiene una fuerza interior devastadora y es esa fuerza que provoca los cambios. Apolo
es la palabra, la razón, la armonía, el orden, el logos, mientras que Dionisio es el dios del vino, de la
embriaguez, de las pasiones ilimitadas, de las orgías; es instintivo primitivo.
Hay una batalla que nunca acaba entre Apolo y Dionisio porque finalmente Dionisio no puede ser domesticado,
quizá es aprisionado temporalmente por Apolo, pero su fuerza interior se encuentra desatada y ese campo de
batalla entre estos dioses impulsa todas nuestras acciones y nuestro saber.
La arena en la que Apolo logra una victoria temporal es el marco del análisis realizado por ―el primer Foucault‖
desde la Historia de la locura en la época clásica hasta Vigilar y castigar. El gran mito del logos encumbrado
a orden, a disciplinas, a examen, a ortopedia social, es analizado por el autor de Las palabras y las cosas con
base en una arqueología que disecciona las formaciones discursivas, para desentrañar las narrativas >>
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1.- NIETZSCHE, Friedrich. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. p. 25.
2.- Cf. NIETZSCHE, Friedrich., El origen de la tragedia.
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