Page 103 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Al final debe triunfar la vida como éxtasis, "la vida ascendente", en la que "felicidad e instinto son idénticos" :
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      ―Dionisios enfrente del crucificado‖.

      En su ―Introducción a la estética‖, Ignacio Yarza expone que todo arte presenta, junto a la belleza, contenidos
      inteligibles. Por ejemplo, la pintura, además de su belleza, declara muchas verdades de modo directo y con
      frecuencia,  es  más  eficaz  que  las  descripciones  conceptuales. Lo  mismo  que  una  novela  puede expresar, de
      manera más directa, muchas verdades del hombre y su conducta.

      Yarza  señala  que  una  verdad  puede  ser  conocida  de  manera  diversa,  a  través  de  una  racionalidad  estética,

      presente en las distintas manifestaciones del arte, con la que es capaz de percibir la belleza y junto a ella la
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      verdad .  El  arte  manifiesta  así  la  verdad,  revela  al  ser  en  tanto  que  verdadero,  rompe  con  el  domino
      hegemónico de una discursividad locuaz que pretender arrogarse el dominio total del descubrimiento del ser,
      de la alétheia, de la mostración de la verdad.


      El arte es a la vez belleza, entidad y verdad. La verdad resplandece a través del arte que no es otra cosa que
      vida.  La  parrhesía  es  el  resplandor  de  la  verdad  del  ser,  en  tanto  obra  de  arte  que  se  expresa  a  partir  del
      discurso que releva la verdad íntima del sí mismo; esto es lo que habrá que demostrar.

      3. La parrhesía como arte de la existencia

      Los últimos años de vida de Michel Foucault representaron un giro decisivo con un retorno a los clásicos, que

      evoca la trayectoria emprendida por el ―segundo Heidegger‖, incluso con las sutilezas etimológicas comunes,
      pero yendo más allá al provocar una profunda reflexión sobre la vida como obra de arte.

      Ya desde las conferencias en Rio de Janeiro el filósofo de Poitiers hacía uso del recurso al mito de Edipo, como
      representación del saber y del poder vinculándolo a la justicia en la comunidad, y no a la usanza freudiana
      como remarcado en el inconsciente totalizante del sujeto . Para Foucault el Edipo de Sófocles no es una mera
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      representación de las patologías de la sociedad, es una historia sobre las formas de producción de la verdad.

      En Edipo se da la transición de un modelo de justicia basado en la ordalía y en el testimonio de los dioses, a un
      modelo basado en el testimonio de los seres humanos bajo la égida del gobernante:

             Tenemos pues dos series que se oponen, y cada una de ellas caracteriza un tipo de saber y un tipo de
             poder. Por una parte la serie de la mántica, que está suspendida sobre el tiempo, se despliega en la
             dimensión  de  la  πρόνοι  y  por  intermedio  de  los  mensajeros  se  mantiene  a  la  escucha  de  los
             decretos-profecías a los que hay que someterse: ese saber está ligado al poder del soberano-religioso.

             Por otra parte está la serie de la γνωμη: ésta se despliega entre el pasado y el presente; y, sobre la base
             del testimonio de quienes han visto, han presenciado, ―estaban allí‖, permite que uno ―descubra‖ por sí
             mismo y encuentre el remedio; ése es el saber del tirano .
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      Estudiar  al  ―primer  Foucault‖  es  entablar  un  diálogo  sobre  el  poder  y  el  saber:  la  verdad  como  tópico
      fundamental de la filosofía no puede separarse del planteamiento del intelectual francés: la verdad que emerge
      de las formas jurídicas, la voluntad de saber que prevalece como tema en el curso 1970-1971 en el Collège de

      France.
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        7.- NIETZSCHE, Friedrich. El crepúsculo de los ídolos. p. 25.
        8.- Yarza, Ignacio., Introducción a la estética. p. 153-190.
         9.- FOUCAULT, Michel, La verdad y las formas jurídicas. Segunda conferencia. p. 28 - 30.
        10.- FOUCAULT, Michel. Lecciones sobre la voluntad de saber. p. 274.




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