Page 43 - Diálogos Psicoanálisis Número 1
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Como podemos notar, las características están muy bien establecidas, pero ¿cuál es la explicación etiológica del
síndrome? Pues es precisamente este aspecto lo que pone sobre la mesa las dudas y huecos que no permiten
una conclusión acerca de los múltiples casos estudiados. Digamos, la etiología es el punto débil del tan
divulgado síndrome. Por un lado, se pone atención a la transmisión genética, observable en similitudes
principalmente del padre y antecedentes familiares de alto nivel intelectual. Sin embargo, los casos que se han
tomado como referencia carecen de la evaluación de los padres, centrándose en las características que el niño
presenta. El nivel socioeconómico no es tomado como referente por el sesgo que existe entre las familias que
acuden a asociaciones o centros especializados de atención –generalmente de nivel medio/alto- y las que no.
Los antecedentes perinatales varían en cada caso, por lo que el daño cerebral atribuible, por ejemplo, a hipoxia
en el nacimiento, no es una generalidad. Aspectos emocionales originados durante la crianza, como rigidez de
los padres o etilos específicos de educación carecen de significatividad. En suma, la etiología del síndrome es
aún desconocida, por lo que el diagnostico diferencial representa una de las principales dificultades clínicas.
Wing plantea que fácilmente se llegan a diagnosticar casos que cumplen con ciertas características, pero que se
explican mejor desde otras nosografías, principalmente esquizoides o depresivas. En la práctica cotidiana es
muy común encontrar diagnósticos de Asperger incorrectos, debido a un desconocimiento del síndrome y,
sobre todo, a un sobre diagnóstico de las características que se describen en él. Es decir, cualquier niño o joven
con problemas en la interacción o socialización es sospechoso de tener el síndrome. A modo de un check-list, si
se cumple con los ítems se confirma o descarta. No se discrimina en la manera en la que se presentan los
síntomas, es decir, el contexto, solo se presta atención a la presencia o ausencia. De ahí que el incremento en la
prevalencia del síndrome este sesgado por diagnósticos conocidos como ―falsos positivos‖.
Como ejemplo de la dificultad que se presenta en la valoración de los casos se tomará la Escala Diagnostica
para el Síndrome de Asperger (Smith). A modo de entrevista estructurada, se divide en cinco subescalas: social,
cognitivo, lenguaje, desadaptativa, sensoriomotor. Con numero diferente de preguntas por subescala, el
informante va respondiendo si ha observado o no dicha conducta en la persona que se evalúa. Con las
puntuaciones se obtiene el Coeficiente de Síndrome de Asperger en cinco rubros: Poco posible, Poco probable,
Posible, Probable y Muy probable. Dos problemas principales se presentan en este instrumento. Por un lado,
las preguntas pueden resultar ambiguas, por lo que un profesional puede preguntar algo distinto a otro, sin
tener claro el objetivo de la pregunta y puede aplicarse sin la necesidad de discriminar con ejemplos, pues las
respuestas son dicotómicas, es decir, el contexto no es relevante. Por el otro, y más importante aún, el resultado
que brinda la escala, a diferencia de las preguntas y respuestas, no es dicotómico. Las opciones no se reducen a
―positivo‖ o ―negativo‖ para hacer el diagnostico. Por lo que un caso se toma como ―posible síndrome de
asperger‖ o ―poco probable‖. Lo que hace de la interpretación de los resultados un intento de objetivar
fenómenos que no están bien delimitados y depende enteramente del clínico que la realice. Posiblemente la
angustia -que tiene al menos dos vertientes: la personal y la institucional- ante lo casos que no son tan claros
es lo que define la respuesta. Al encontrar datos que no cuadran con la normalidad, automáticamente se da por
sentado que pertenece al síndrome.
Lo que el psicoanálisis puede aportar es la convicción de una constante búsqueda y
transformación de los conceptos a partir de lo que nos muestran la clínica, minimizan-
do la tendencia a encajar en las categorías diagnosticas a quienes acuden a valoración,
con especial atención para le TEA por la dificultad que presenta su clasificación.
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