Page 45 - Diálogos Psicoanálisis Número 1

RESUMEN:
El autor intenta exponer los fallos
ocasionados en su experiencia clínica,
que hubieran quedado totalmente
invisibilizados de no ser por la
intervención del psicoanálisis y cómo
se las arregla para dar cuenta de ello
mediante la relación con la existencia
de otros discursos que abordan e
intentan apropiarse la subjetividad, el
padecer, y la necesidad de
problematizarlo. Se detiene en la
necesidad de pensar el gesto de
Freud, de hipotetizar el inconsciente
y la relevancia de la singularidad, así
como la traición de la letra del texto
freudiano por Lacan, en favor de su
espíritu, usando la noción de la
repetición de Žižek, como una
expresión de lo que virtualmente
tendría que repetirse y no solo
complementarse dentro del mismo
terreno creado por Freud y Lacan,
evitando descaminarse como lo
hicieron otras propuestas, que el
mismo autor advierte en su práctica
clínica y que le permitió pasar a
pensar la propuesta de la
subjetividad, posicionado desde el
psicoanálisis.
La Real Academia Española, en su versión digital (RAE
2001), reconoce a la pasión, proveniente del latín passio, patior,
que significa, padecer, sufrir o sentir y generalmente designa a la
posición que tiene una persona respecto a otra o un objeto.
Es precisamente esta pasión, en contra de la mesura -en cual-
quiera de sus configuraciones dependiendo de la situación
histórica, la que caracterizaba a las personas que eran
construidas como enfermas desde que se puede dar cuenta.
A un intenso sentir de dolor, hablamos de pasión, de
enfermedad, de algo que hay que deshacerse, lo mismo a un
intenso sentir de bienestar, catalogados para otros como
malestar, puesto que como lo planteaba Freud, en un
PROYECTO DE UNA PSICOLOGÍA PARA NEURÓLOGOS, la
diferencia radica en la intensidad, ¿acaso podríamos inducirnos
el olvido, de cómo incluso actualmente, alguien que muestre una
fuerte devoción a una persona, a alguna causa u a algún objeto
es catalogada como fuera de sí, moneda corriente para salir en
una segmento televisivo que busca suscitar el escándalo al
espectador por estar excluida de lo adaptado según los paráme-
tros de la sociedad ilustrada y no ilustrada? ¿Es posible
pretender que no podemos siquiera fantasear con un escenario
donde para empujar el libre y veloz movimiento continuo de este
terror, no hacemos más asequible la propaganda de la
enfermedad, participando en una creación compulsiva de
términos y glorificándolos en manuales de diagnósticos de
distinta tradición clínica? Ahí confluyen los instrumentos más
obtusos para diseccionar a una persona.
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