Page 159 - Dune
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—Oh, sí, sí. Por supuesto —dijo ella—. Hay demasiada violencia. Esto me pone
           enferma. Y muchas veces no hay la menor intención de ofender, pero la gente muere
           siempre. Es algo que no tiene sentido.

               —Realmente, no tiene ningún sentido —afirmó Halleck.
               Jessica observó la clara perfección de lo que recitaba la muchacha, y pensó: Esa
           chica  con  la  cabeza  vacía  no  es  en  absoluto  una  chica  con  la  cabeza  vacía.  Y

           entonces vio la amenaza y comprendió que ni siquiera Halleck la había detectado.
           Probablemente  su  hijo  había  sido  el  primero  en  darse  cuenta  de  ello…  su
           adiestramiento le habría hecho ver inmediatamente aquella obvia trampa.

               —¿No sería el momento de disculparnos de nuevo? —dijo Kynes al banquero.
               —Mi  Dama,  temo  haber  subestimado  vuestros  vinos.  Habéis  servido  bebidas
           fuertes, y no estoy acostumbrado a ellas.

               Jessica percibió el veneno en sus palabras.
               —Cuando  unos  extranjeros  se  encuentran  —dijo  con  suavidad—,  habría  que

           hacer uso de una gran comprensión para entender sus diferencias de costumbres y de
           formación.
               —Gracias, mi Dama —dijo el hombre.
               La  compañera  de  cabello  oscuro  del  fabricante  de  destiltrajes  se  inclinó  hacia

           Jessica y observó:
               —El  Duque  nos  ha  dicho  que  aquí  estaremos  seguros.  Espero  que  esto  no

           signifique nuevos combates.
               La han instruido para que lleve la conversación a este terreno, pensó Jessica.
               —Seguramente  no  tendrá  la  menor  importancia  —dijo—.  Pero  hay  muchos
           detalles que requieren la atención personal del Duque en estos momentos. Mientras

           continúe la enemistad entre los Atreides y los Harkonnen, nunca seremos demasiado
           prudentes. El Duque ha pronunciado el juramento kanly. Por supuesto, no va a dejar

           que ningún agente Harkonnen permanezca con vida aquí en Arrakis. —Observó al
           agente bancario de la Cofradía—. Y las Convenciones, naturalmente, le apoyan en
           eso. —Desvió su atención hacia Kynes—. ¿No es así, doctor Kynes?
               —Así es, realmente —dijo Kynes.

               El fabricante de destiltrajes tiró discretamente de su compañera hacia atrás.
               —Creo  que  voy  a  comer  algo  más  —dijo  ella—.  Me  gustaría  un  poco  de  ese

           delicioso pájaro que nos han servido antes.
               Jessica hizo un gesto a un sirviente y se volvió hacia el banquero.
               —Y  vos,  señor,  habláis  de  pájaros  y  de  sus  hábitos.  Estoy  enormemente

           interesada en todas las cosas que se refieren a Arrakis. Contadme, ¿dónde se extrae la
           especia? ¿Deben ir los cazadores muy adentro en el desierto?
               —Oh, no, mi Señora —dijo el hombre—. Sabemos muy pocas cosas del desierto

           profundo. Y casi nada de las regiones meridionales.




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