Page 155 - Dune
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químicos a lo ancho de enormes áreas.
—¿Disponéis de un proyecto piloto? —preguntó el Duque.
—Hemos consagrado mucho tiempo a poner a punto el Efecto Tansley…
experimentos a pequeña escala a nivel de aficionado, pero a partir de los cuales mi
ciencia podría deducir aplicaciones prácticas —dijo Kynes.
—Pero no hay bastante agua —dijo Bewt—. Todo se resume en que no hay
bastante agua.
—El Maestro Bewt es un experto en agua —dijo Kynes. Sonrió, y siguió
comiendo.
El Duque hizo un gesto imperativo con la mano derecha.
—¡No! —gritó—. ¡Quiero una respuesta! ¿Hay bastante agua, doctor Kynes?
Kynes no levantó los ojos de su plato.
Jessica estudió el juego de emociones en su rostro. Sabe ocultarlas muy bien,
pensó, pero ya lo había registrado y ahora leía en él que lamentaba sus palabras.
—¿Hay bastante agua? —repitió el Duque.
—Es… posible —dijo Kynes.
¡Finge inseguridad!, pensó Jessica.
Con su agudo sentido de la verdad, Paul captó la subyacente motivación, y tuvo
que usar todo su adiestramiento para ocultar su excitación. ¡Hay bastante agua! Pero
Kynes no quiere que se sepa.
—Nuestro planetólogo tiene también otros sueños muy interesantes —dijo Bewt
—. Sueña con los Fremen… acerca de profecías y mesías.
Se oyeron risitas en algunos lugares de la mesa. Jessica observó a los que reían: el
contrabandista, la hija del fabricante de destiltrajes, Duncan Idaho, la mujer con el
misterioso servicio de escolta.
La tensión está sorprendentemente distribuida aquí esta noche, pensó. Están
ocurriendo demasiadas cosas que ignoro. Tendré que desarrollar nuevas fuentes de
información.
El Duque deslizó su mirada de Kynes a Bewt y luego a Jessica. Se sintió
extrañamente aislado, como si se le hubiera escapado algo vital.
—Es posible —murmuró.
—Quizá debiéramos hablar de esto en otra ocasión, mi Señor —dijo Kynes
rápidamente—. Hay tanta…
El planetólogo se interrumpió al ver a un guardia con uniforme de los Atreides
aparecer precipitadamente por la puerta de servicio, pasar la guardia y acercarse
corriendo al Duque. Se inclinó y susurró algo al oído de Leto.
Jessica reconoció la insignia del cuerpo de Hawat en su gorra, e intentó dominar
su inquietud. Se dirigió a la compañera del fabricante de destiltrajes, una mujer
pequeña de cabello oscuro, rostro de muñeca y ojos ligeramente estrábicos.
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